Page 73 - 30 Cantor
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y poco después recibí la promesa de que sería impreso lo más rápi-
           damente posible.
               Hoy he recibido a través de mi viejo amigo Lampe, que desde
           hace años se ocupa de revisar pruebas del Journal, la noticia de que
           B[ orchardt] ha vuelto a retrasar mi nuevo trabajo, alterando con ello
           el orden previamente fijado, con lo que de nuevo se deja en el aire
           indeterminadan1ente su publicación. También me escribió que, por
           su parte, está intentando frustrar esas intenciones mediante una há-
           bil maniobra.
               Quiero pensar que lo logrará, pero en segundo lugar debo con-
           tar con la posibilidad de que no lo consiga; y en tal caso tengo la
           intención de retirar el trabajo totalmente de las manos del señor
           B[orchardt] y hacerlo imprimir en algún otro lugar.






             NÚMEROS REALES SIN  NOMBRE
             Vamos a comentar una consecuencia muy curiosa de la  teoría de Cantor.
             Para  ello,  convengamos en  decir que una frase,  un cálculo o  cualquier otra
             expresión idiomática es  el  nombre de un número si  define a ese número sin
             ambigüedad. Por ejemplo, «La cantidad de días de la semana» es  un nombre
             para el número 7, y también lo es «El resultado de sumar 6 más 1». Otro ejem-
             plo es  «El  cociente entre la  longitud de una circunferencia y  su  diámetro»,
             que es  un  nombre para el  número Jt.  La  oración «El  número que comienza
             con 0,110001000000000000000001000 ... , donde el  primer 1 aparece en el
             lugar 1 detrás de la coma, el  segundo 1 aparece en el  lugar 1 · 2 = 2,  el  tercer 1
             aparece en el  lugar 1 · 2 · 3 = 6,  y así sucesivamente» es  un nombre del número
             trascendente de Liouville. Ahora bien,  puede demostrarse que la  colección
             de todos los nombres posibles es coordinable con los naturales mientras que,
             según sabemos, la colección de los números reales no lo es; en otras palabras,
             hay más números reales que nombres posibles para designarlos.  Deducimos
             entonces que existen números reales  inefables,  números que no pueden ser
             nombrados o definidos de ninguna manera. En realidad, hay infinitos números
             inefables, aunque, por supuesto, es totalmente imposible dar ni siquiera un solo
             ejemplo de ellos, ya que cualquier número que podamos mencionar tendrá
             necesariamente un nombre (el  nombre que usamos para mencionarlo). Este
             es un ejemplo de demostración de existencia pura, un razonamiento en el que
             se prueba la existencia de objetos, pero de los cuales es imposible mencionar
             ni un solo ejemplo.








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