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no porque considerara que contenían errores sino, peor todavía,
porque entendía que eran un sinsentido, que hablaban de objetos
inexistentes, como por ejemplo colecciones infinitas en acto o co-
lecciones con diferentes niveles de infinitud. A consecuencia de
ello, Kronecker influyó tanto como le fue posible para impedir la
publicación de los trabajos de Cantor; en particular, trató de dete-
ner la publicación del artículo que este había enviado al Journal
de Crelle en 1877.
Con el correr de los años, Kronecker llegó a tratar a Cantor
públicamente de «renegado», «corruptor de la juventud» y «cien-
tífico charlatán», y fue en parte responsable de que Cantor no pu-
diera acceder a trabajar, como siempre había sido su deseo, en
universidades más prestigiosas que la de Halle, tales como las de
Berlín o Gotinga.
Cantor, que era muy susceptible y propenso a la depresión,
sufrió mucho a causa de estos ataques y frustraciones, que a la
larga terminaron por afectar su salud mental.
LOS ORÍGENES
¿Por qué Cantor se dedicó al estudio del infinito? ¿Cuáles fueron
las investigaciones científicas que lo impulsaron lógicamente, casi
contra su voluntad, a considerar colecciones infinitas en acto?
Para responder estas preguntas debemos remontarnos a la histo-
ria del cálculo.
Suele decirse que el cálculo es la rama de las matemáticas
que se ocupa de los objetos infinitamente grandes y de los objetos
infinitamente pequeños y, aunque en efecto, como veremos ense-
guida, el cálculo está estrechan1ente relacionado con lo infinita-
mente grande y lo infinitamente pequeño, hay que admitir que la
definición anterior es algo inexacta. La verdad es que es inevitable
caer en la imprecisión cuando se pretende caracterizar a la que es
en realidad una de las ramas más amplias y complejas de las mate-
máticas; cualquier definición que intentemos será imperfecta. Sin
embargo, quizá un modo de acercarnos a una descripción mejor
76 EL CÁLCULO Y EL INFINITO