Page 143 - 21 Faraday
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ballero. Para Faraday, no obstante, no había mayor recompensa
        que hacer realidad el sueño de su vida: convertirse en un filósofo
        de la naturaleza y dilucidar los secretos de la electricidad. Y fue
        precisamente uno de estos secretos -que la fuerza magnética
        cambiante producía electricidad- el que le había proporcionado
        mayores alabanzas. Un aparentemente sencillo descubrimiento
        que originó generadores o dinamos, capaces de cambiar el deve-
        nir de la historia.
            Pero en 1867, la dinamo que Faraday tenía por cerebro em-
        pezó a apagarse, y el 25 de agosto de ese año falleció sentado en
        su sillón preferido. Justo seis años después, James Clerk Maxwell
        publicaba su teoría completa del electromagnetismo, que se ins-
        piraba directamente en las teorías de Faraday sobre las líneas de
        fuerza, ofreciendo también una explicación definitiva sobre la na-
        turaleza de la luz corno fenómeno electromagnético.
            En una de las cartas que había enviado recientemente a un
        colega suizo, Auguste de la Rive, Faraday resume de esta manera
        su actitud frente a la muerte:


            Estoy agradecido -así lo espero- porque, al decaer mis facultades
            y perder importancia las cosas de esta vida, me queda la buena es-
            peranza, que convierte la contemplación de la muerte en un alivio,
            no en algo que produce miedo. Esta paz es únicamente un regalo de
            Dios; y como es Él quien la concede, ¿por qué deberíamos estar
            asustados? Su inefable don, su amado hijo, es el fundamento de una
            esperanza indudable [ ... ]. Estoy feliz y contento.


            La reina Victoria tenía la intención de que Michael Faraday
        fuera enterrado junto a Isaac Newton y otras mentes preclaras en
        la abadía de Westrninster, pero los sentimientos sandernanianos
        del científico inglés afloraron de nuevo, y dejó escrito otros planes
        para su cuerpo: «Un funeral sencillo y simple, al que no asistan
        nada más que mis parientes, y luego una lápida del tipo más co-
        rriente en el lugar más normal de la tierra».
            Muy cerca de la tumba de Isaac Newton, Faraday posee ahora
        una placa de homenaje en la abadía de Westrninster. Sin embargo,
        corno  ferviente  miembro  de  la comunidad sandernaniana,  su






                                             MÁS ALLÁ DE LA CHISPA DEL GENIO   143
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