Page 106 - 07 Schrödinger
P. 106

ALERGIA A LA FÍSICA CLÁSICA


                    Wemer Heisenberg fue dueño de un cerebro fuera de serie, que
                    recibió el estímulo de una educación privilegiada. Su padre era ca-
                    tedrático de griego en la Universidad de Múnich y su madre era
                    hija del rector de un instituto de élite. En el hogar familiar fomen-
                    taron un carácter tan sociable como competitivo, dos rasgos que
                    cabe apreciar en la mayoría de las fotografías  de  Heisenberg,
                    donde encara el objetivo con una sonrisa franca, que rebosa segu-
                    ridad en sí mismo. Le gustaba destacar en cualquier actividad que
                    acometiera, ya fuera la física teórica, el ping-pong o el piano, que
                    tocaba con un virtuosismo de concertista. En el terreno científico
                    se cruzó con los mejores maestros: «Aprendí física, aderezada con
                    una pizca de optimismo, de Sommerfeld; de Max Bom, matemáti-
                    cas; y Niels Bohr me introdujo en el trasfondo filosófico  de los
                    problemas científicos».
                        La irrupción de Heisenberg en la mecánica cuántica trajo la
                    primera forma de pensar verdaderamente original, libre de cual-
                    quier compromiso con la herencia de sus mayores. Había que dar
                    la razón a Planck cuando argumentaba que «una nueva verdad
                    científica no triunfa al convencer a quienes se oponen a ella y ha-
                    cerles ver la luz, sino más bien cuando sus adversarios al fin mue-
                    ren y crece una nueva generación para la que ya resulta familiar».
                    Para avanzar, se tuvo que consumar un relevo generacional, con
                    físicos que convivieran con naturalidad con las glietas que había
                    abierto la teoría cuántica y las profundizaran. La Primera Guerra
                    Mundial frenó el reemplazo, puesto que los científicos más jóve-
                    nes,  como Schrodinger, tuvieron que abandonar la universidad
                    para marchar al frente. Muchos no regresaron y su eventual apor-
                    tación murió con ellos en las trincheras. En los primeros años de
                    la posguerra, Alemania sufrió un severo aislamiento científico,
                    siendo  excluida de  los  congresos internacionales,  pero,  en la
                    época en la que concluía la maduración de Heisenberg, el deshielo
                    ya se había puesto en marcha.
                        En el artículo que lo consagraría, Heisenberg siguió los dicta-
                    dos del Tractatus, publicado cuatro años antes: «De lo que no se
                    puede hablar, es meJor callar». Él adaptó las palabras de Wittgen-





        106         LA BÚSQUEDA DEL SENTIDO
   101   102   103   104   105   106   107   108   109   110   111