Page 108 - 07 Schrödinger
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stein para trasladarlas al mundo de los átomos: «De .lo que no se
puede medir, es mejor callar». En su concepción de los fenóme-
nos, los científicos no debían introducir ningún elemento al mar-
. gen de lo que fueran capaces de medir en un laboratorio. Cualquier
otro ingrediente que se añadiera para servir de apoyo o facilitar la
comprensión, podía conducir a un callejón sin salida. Inauguró así
una suerte de física para funambulistas. Había que atenerse a las
reglas matemáticas. Si uno miraba más allá con la imaginación, se
terminaba cayendo. Con esta premisa no era difícil adivinar el
resultado: una teoría antiintuitiva, imposible de visualizar, que
salió a la palestra seis meses antes que la mecánica ondulatoria de
Schrodinger, en el verano de 1925, bajo el título Sobre una rein-
terpretación teórico cuántica de las relaciones cinemáticas y
mecánicas.
Si bien Schrodinger experimentó su arrebato creativo en un
balneario alpino, estimulado por la compañía de una dama miste-
riosa, Heisenberg, más prosaico, vivió el suyo en solitario, en He-
ligoland, una isla de acantilados rojos, donde rompe el mar del
Norte, a 70 km de tierra firme. En su superficie desolada apenas
arraigaba la vegetación y estaba libre de polen, razón que le em-
pujó a buscar refugio en ella, para aliviar un severo ataque de
alergia. «Debía presentar un aspecto lamentable nada más llegar
a Heligoland -recordaba- con toda la cara hinchada. La mujer
que me alquiló una habitación supuso que me había peleado con
alguien la noche anterior y me sermoneó.»
Mientras se bañaba en la playa o daba largos paseos a través
de las dunas, Heisenberg se sumergió en una corriente profunda de
pensamiento. Cumplió a rajatabla su programa estricto, cuyo pro-
pósito resumió en la cabecera de su artículo: «establecer una
base teórica para la mecánica cuántica que se funde exclusiva-
mente en las relaciones entre cantidades que, en principio, sean
observables». Descartó nociones como las órbitas de Bohr,
puesto que sus círculos continuos los dibujaba la imaginación,
sin que hasta el momento nadie los hubiera registrado a través de
un dispositivo experimental. Como mucho, en el dominio ató-
mico se podían determinar valores aislados de ciertas variables,
como la posición, la energía o la velocidad. Procedió entonces al
108 LA BÚSQUEDA DEL SENTIDO