Page 68 - 07 Schrödinger
P. 68
cuando aumenta o disminuye su velocidad. Para las aceleracio-
nes que desarrollan los cuerpos macroscópicos de nuestro en-
torno cotidiano, se trata de un efecto imperceptible, pero no se
podía pasar por alto en la vertiginosa vida de los electrones.
Desde Kepler y Newton se sabía que para recorrer órbitas elípti-
cas los cuerpos deben modificar constantemente su velocidad y
esas pequeñas variaciones bastaban para provocar sutiles des-
plazamientos en los niveles de energía, explicando el desdobla-
miento de las líneas.
El modelo de Bohr-Sommerfeld proporcionaba el atisbo de
un mecanismo revolucionario, ajeno por completo a la física clá-
sica, con sus saltos cuánticos generando paquetes de energía,
pero planteaba casi tantas preguntas como las que conseguía res-
ponder. Dejando a un lado lo caprichoso de los postulados, ¿se
podía calcular cuándo se iba a producir el salto de los electro-
nes? ¿En qué dirección iba a salir disparado cada fotón? ¿En qué
consistía realmente un «salto cuántico»? El electrón, como un
mago de feria, ¿desaparecía de una órbita y reaparecía instantá-
neamente en otra? Semejante comportamiento resultaba tan des-
concertante como si Júpiter se desvaneciera de improviso para
reaparecer en la órbita de Marte. ¿O lo hacía de modo gradual?
Para Schrodinger el carácter arbitrario de los postulados termi-
naba por invalidarlos: «Se dice que el electrón en una órbita es-
tacionaria del átomo da vueltas periódicamente en una suerte de
órbita sin emitir radiación. No hay explicación de por qué no
debería radiar; de acuerdo con la teoría de Maxwell, tiene que
radiar».
El simple hidrógeno se metía en problemas cuando lo saca-
ban de su celda de aislanúento y lo exponían a campos eléctricos
y magnéticos. Cuando en el laboratorio se sometía el viejo tubo de
descarga a un campo eléctrico, que se superponía al creado por
los electrodos, las líneas conocidas volvían a multiplicarse ( efecto
Stark). Lo mismo sucedía cuando se aproximaban imanes ( efecto
Zeeman). Con campos débiles las nuevas líneas permanecían jun-
tas, pero se dispersaban en cuanto se aumentaba la intensidad.
Para poner orden en esta jungla experimental, que se enma-
rañaba por momentos, primero hubo que introducir más confu-
68 LA ECUACIÓN DE ONDAS