Page 93 - 07 Schrödinger
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Una de las consecuencias más notables de la ecuación de
      Schrodinger es que interpreta los f enórnenos cuánticos, corno
      los saltos, mediante funciones continuas de variables continuas
      y con el lenguaje matemático de la física clásica, el de las ecua-
      ciones diferenciales, que había estrenado Newton. Lo que sedu-
      cía a Schrodinger era imaginar el núcleo atómico envuelto en
      nubes de carga eléctrica, que vibraban en el espacio y el tiempo
      siguiendo los dictados de 'lj!,  sin los crípticos «saltos cuánticos»
      de Bohr:

         Apenas hace falta. insistir en cuánto más atractivo que el concepto
         de electrones que saltan es el concepto de que en las transiciones
         cuánticas la energía pasa de un modo vibratorio a otro.

         Cuando el átomo absorbía o emitía luz, 'ljJ  cambiaba corno el
     perfil de la cuerda pulsada por un guitarrista. Una serie de estados
      de energía diferentes equivalía a una sucesión de notas musicales.
      Schrodinger mantuvo esta visión hasta el final de su vida. La suya
     fue la primera gran ecuación diferencial de la mecánica cuántica;
     la primera que establecía un marco autosuficiente, sin apoyos ni
     muletas clásicas; la primera que no era un pastiche de física anti-
     gua y moderna. Pertenecía a la misma estirpe que F = ma, que
     había puesto en pie la mecánica de Newton. Y corno ella, multipli-
     caba la capacidad operativa de cualquier formulación anterior.
     Permitía establecer por fin,  si no entender, la evolución de los
     sistemas cuánticos. Una vez se conocía 'ljJ  en un instante y bajo
     unas circunstancias determinadas, la ecuación daba cuenta minu-
     ciosa de su destino. Schrodinger suministró el soporte que deman-
     daban  los  físicos,  que  hasta entonces  sentían  que  la ciencia
     cuántica solo minaba pilares clásicos para, a cambio, ofrecer muy
     pocos asideros. Levantó un mapa del territorio y proporcionó la
     brújula con la que explorarlo sin miedo a perderse. El físico Hans
     Bethe recordaba el entusiasmo que compartió con otros jóvenes
     investigadores a partir de 1926:

         [ ... ] cualquier problema que acometieras con las nuevas herramientas
         de la mecánica cuántica se podía resolver con éxito y cientos de





                                                 LA  ECUACIÓN DE  ONDAS   93
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