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cias. Si se asignaba, por ejemplo, peso 1 al átomo de hidrógeno, se
       podía deducir la masa de las otras sustancias a base de medir el
       peso de los compuestos de hidrógeno. Así, por ejemplo, si el agua
       estaba compuesta de hidrógeno y oxígeno, y aquella pesaba ocho
       veces más que la masa del hidrógeno puro, era lógico suponer que
       el peso atómico del oxígeno era 8.
           El italiano Amedeo Avogadro (1776-1856) propuso otro mé-
       todo para determinar las masas atómicas, basado en la medida de
       los volúmenes de los gases que reaccionan. Por su parte, Louis
       Joseph Gay-Lussac (1778-1850) había observado que en las reac-
       ciones entre sustancias gaseosas las proporciones de los volúme-
       nes que reaccionaban eran siempre simples:  1 a  1,  2 a 1 o 3 a  l..
       Por ejemplo, en el caso del agua, hacían falta dos volúmenes de
       hidrógeno por cada volumen de oxígeno. Avogadro supuso en-
       tonces que el número de moléculas en cada volumen de gas era
       siempre el mismo, independientemente del tipo de gas de que se
       tratara. Según él,  esta era la única hipótesis consistente con las
       observaciones de Gay-Lussac. Sin embargo, de ser así, la reacción
       para formar agua ya no era la de un átomo de hidrógeno con uno
       de oxígeno, sino la de dos con uno. Esto implicaba una masa del
       · oxígeno cercana a 16, el doble de la propuesta por Dalton.
           Un volumen de oxígeno reaccionaba con dos volúmenes de
       hidrógeno para dar dos volúmenes de agua. Si la hipótesis de Avo-
       gadro sobre el igual número de moléculas en iguales volúmenes
       de gases era correcta, había algo que no cuadraba. Un volumen de
       oxígeno daba lugar a dos volúmenes de agua, con lo que cada mo-
       lécula de oxígeno daba lugar a dos moléculas de agua. Esto solo
       era posible si las moléculas de oxígeno puro estaban compuestas
       por dos átomos de oxígeno y cada uno de ellos originaba una mo-
       lécula de agua. Todo esto es muy obvio hoy en día, cuando esta-
       mos acostumbrados a hablar del agua como 1¾ O, pero a principios
       del siglo xrx constituía una especulación arriesgada.
           Las hipótesis de Avogadro no fueron muy aceptadas hasta
       que Stanislao Cannizzaro (1826-1910) las revivió en el Congreso
       de  Karlsruhe.  Con ello se pudo defender un nuevo sistema de
       masas atómicas,  a  la vez que  se introducía la diferencia entre
       elemento, molécula y átomo. Esta distinción fue  crucial para el






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