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el vacío. La ausencia de materia hacía pensar que sería más fácil
                     entender los mecanismos de conducción eléctrica en el éter. Se
                     sabía que los rayos catódicos eran desviados por campos magnéti-
                     cos, pero no se observaba lo mismo con los campos eléctricos. De
                     alú la oposición entre las explicaciones corpusculares y las ondu-
                     latorias. Las primeras suponían que los rayos catódicos eran fruto
                     del paso de moléculas cargadas eléctricamente entre el ánodo y el
                     cátodo (los extremos del tubo). Esta explicación contrastaba con
                     el hecho de que no parecía que hubiese desviación por campos
                     eléctricos; debido a ello, algunos investigadores sostenían que los
                     rayos catódicos eran una onda transmitida en el éter, sin acompa-
                     ñamiento de materia.
                         La aportación de Thomson a esta disputa fue, precisamente,
                     observar que los rayos catódicos sí eran desviados por campos
                     eléctricos, lo que hacía más plausible su identificación como mo-
                     léculas cargadas eléctricamente. Al haber trabajado bajo el mo-
                     delo de la electrólisis, al científico británico le pareció natural que
                     los rayos catódicos fueran el resultado de la emisión de moléculas
                     cargadas entre el ánodo y el cátodo. Sin embargo, la gran sorpresa
                     para Thomson fue establecer en 1897 que el cociente entre carga
                     y masa de tales moléculas era tal que su masa debía ser unas mil
                     veces más pequeña que la del átomo más pequeño conocido, el
                     de hidrógeno. Además, la nueva molécula no dependía del tipo de
                     material del que estaban hechos los cátodos, con lo que Thomson
                     concluyó que la pequeña molécula responsable de los rayos cató-
                     dicos era un componente de todos los átomos. A esta partícula la
                     llamó «corpúsculo».
                         Hoy llamamos electrones a los corpúsculos y los considera-
                     mos una de las partículas elementales de la materia. Sin embargo,
                     a finales del siglo XIX,  sugerir que todos los átomos estaban com-
                     puestos por corpúsculos iguales entre sí fue mal visto tanto por
                     los químicos como por los físicos.  A Thomson se le acusó de al-
                     quimista y de querer recuperar el viejo sueño de la transmutación
                     de los elementos. Los átomos de Dalton eran diferentes entre sí,
                     inmutables e indivisibles, lo que garantizaba una cierta estabilidad
                     del universo.  Si los átomos estaban compuestos por partículas
                     subatómicas, la única diferencia entre los átomos sería el número






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