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Igual que hay una cosa que es la masa, de la cual depende la fuerza
       gravitatoria, habría otra cosa, las cargas eléctricas, positivas o ne-
       gativas, que se atraen o repelen entre sí.  Sin embargo, hablar de
       cargas eléctricas implica haber hecho un proceso de abstracción
       nada evidente, porque lo que existen no son las cargas, sino cuer-
       pos cargados eléctricamente. Esto es importante para entender
       el planteamiento de Thomson y de todos los físicos ingleses del
       siglo XIX.
           El modelo que utilizaba Thomson para visualizar la descarga
       eléctrica era similar al empleado en la electrólisis. El científico
       imaginaba que con la descarga eléctrica se daba una disociación
       de las moléculas del gas y una posterior re-asociación. Como en
       muchos bailes populares donde hay constantes cambios de pareja,
       la energía disipada en la descarga eléctrica vendría de la mano de
       este constante intercambio de átomos entre las moléculas. Thom-
       son había desarrollado en 1883 una teoría de la materia según
       la cual los átomos no serían más que vórtices del éter; es decir,
       zonas donde el éter se movía formando espirales. Así,  la asocia-
       ción y la disociación de los átomos no serían más que distintas
       combinaciones dinámicas de estos vórtices, y los fenómenos eléc-
       tricos vendrían descritos por las tensiones que estos movimientos
       producirían en el éter.
           Esta visión del mundo, en la que átomos y carga eléctrica eran
       manifestaciones de los movimientos de una única entidad funda-
       mental, el éter, permitía unir química y electromagnetismo bajo
       el mismo prisma. Sin embargo, la teoría no prosperó y Thomson
       tuvo que cambiarla por otra más simple, pero menos universal,
       según la cual la carga eléctrica sería una propiedad de los átomos
       de las moléculas en su relación con el éter.  Este era un primer
       paso hacia la «atomización» de la carga eléctrica que tan impor-
       tante sería para sus trabajos posteriores.
          Cuando Thomson se dio cuenta de que era muy difícil esta-
       blecer una teoría que explicara al mismo tiempo la conducción
       eléctrica, la composición de la materia y la interacción entre elec-
       tricidad, materia y éter, decidió centrarse en el estudio de los rayos
      catódicos. Los rayos catódicos son la luz que aparece cuando se
      aplica una diferencia de potencial en tubos en los que se ha hecho






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