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un lugar de referencia mundial, donde físicos de todos los países
acudían a formarse como investigadores. El secreto de tal éxito
no estaba tanto en las instalaciones y los medios técnicos, sino
en la libertad intelectual que Thomson daba a sus colaboradores.
En el Cavendish cabía cualquier investigación física, siempre que
no comportara inversiones extraordinarias (Thomson era famoso
por ser muy parco en gastos). El científico británico tenía gran-
des ideas que sugería a sus investigadores, pero estos eran libres
de tomarlas o no, así como de llevarlas a la práctica del modo que
creyeran más oportuno. La pedagogía que seguía Thomson era la
de dejar hacer.
Junto a la tarea de dirigir el laboratorio, el científico llevaba
a cabo su propia investigación, centrada en el estudio de des-
institución estaban lord Rayleigh, entonces director del Cavendish, y William
Crookes, quien junto con J.J. Thomson era el gran especialista en el estudio
de descargas eléctricas en gases. El mismo Thomson se interesó por el tema·
y participó en sesiones científicas de espiritismo y telepatía, «científicas» en
el sentido de que la sala donde tenían lugar tales sesiones estaba repleta de
medidores de electricidad y magnetismo que debían detectar los flujos ener-
géticos.
Sesión de
hipnosis, lienzo
de Richard Bergh
realizado en 1887
(Museo Nacional
de Estocolmo).
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