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se dedicaban a la física experimental y apenas había un par de
personas a las que les interesara la física teórica. Pero estos dos
científicos resultaron ser buenos interlocutores para los intereses
de Bohr e incluso llegaron a ser figuras importantes en la canali-
zación de las investigaciones del joven danés.
El primero era George de Hevesy (1885-1966), quien procedía
de una aristocrática familia húngara y tenía un gran conocimiento
de lo que se conoce como series radiactivas, es decir, los elemen-
tos de la tabla periódica que están relacionados por procesos de
decaimiento radiactivo. El segundo era Charles Galton Darwin
(1887-1962), al que Bohr describiría en una de sus cartas a su her-
mano como el «nieto del verdadero Charles Darwin», creador de
la teoría de la evolución por selección natural. El joven Darwin
procedía de Cambridge y, tras graduarse, había decidido buscar
savia nueva en Mánchester.
A través de sus conversaciones con Hevesy, Bohr llegó a con-
cebir que era muy probable que el origen de la radiactividad, tanto
la a como la 13, estuviera en el núcleo atómico que Rutherford
había postulado. Bohr llegó a tener hasta cinco reuniones con
Rutherford, pero este, siempre reacio a la excesiva especulación,
no era partidario de que Bohr publicara tal idea. Además, ¿qué sig-
nificaba que la radiactividad 13, la emisión de electrones, provenía
del núcleo cuando precisan1ente él había sugerido que el núcleo
era la parte positiva del átomo? No tenía mucho sentido. Bohr
aceptó sus críticas y no publicó nada al respecto.
El interés de Darwin, por su parte, se centraba en intentar
entender matemáticamente la pérdida de energía de las partículas
a a su paso por distintos materiales. Si Rutherford tenía razón, la
mayoría de las partículas a (las que no chocaban frontalmente
con el núcleo) sufrirían alguna desviación en sus colisiones con
los electrones de los átomos, situados lejos del núcleo. Como los
electrones son unas 8.000 veces más pequeños que las partículas
a, estas colisiones solo producirían pequeñas desviaciones y li-
geras pérdidas de energía. Sin embargo, entre las muchas cosas
que se desconocían estaba la configuración de los electrones en
el átomo. Se trataba de una cuestión importante, ya que a la hora
de imaginar las colisiones entre partículas a y electrones no era
62 LOS ELECTRONES JUEGAN CON BOHR