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planetarias: la que Johannes Kepler había trazado unas décadas
                    antes. Pero en el caso del átomo no parecía haber nada similar.
                        Con este nuevo interés por la estructura del átomo llegó el
                    final  de su primera experiencia posdoctoral y Bohr volvió a Di-
                    namarca en el verano de  1912. En su país natal tenía diversos
                    asuntos por resolver. El primero era conseguir un trabajo que le
                    permitiera continuar su carrera académica. Eso no era fácil:  en
                    Dinamarca solo había una universidad y, durante su ausencia, se
                    había producido el relevo en la cátedra de Física. Es obvio que
                    Bohr, aunque brillante, era demasiado joven para poder aspirar
                    a esa plaza, que fue otorgada a Martín Knudsen (1871-1949). Por
                    el momento, lo único que consiguió fue un trabajo de docente de
                    física para estudiantes de medicina y otras carreras.
                        Su otro objetivo en aquel verano era el de casarse. Tras años
                    de noviazgo con Margrethe, había llegado el momento de contraer
                    matrimonio. La pareja se casó el 1 de agosto, en el ayuntamiento
                    de Slagelse, en una ceremonia de apenas unos minutos oficiada
                    por el jefe de policía. La mezcla de timidez y de hiperactividad del
                    joven Bohr le llevó a reducir al máximo la celebración, para deses-
                    pero de la madre de Margrethe, quien pretendía que la cena durara
                    tres horas (una eternidad para Bohr). La pareja de recién casados
                    fue  de viaje de novios a Inglaterra, en concreto a  Cambridge y
                    Mánchester, donde Bohr podría seguir pensando y juntando notas
                    sobre la estructura del átomo. Empezaba así un matrimonio en el
                    que la física iba a formar parte del núcleo más íntimo de la familia.





                    EL ÁTOMO DE BOHR

                    En el siglo XIX,  a pesar de que no todo el mundo aceptaba la exis-
                    tencia misma de los átomos, algunos imaginaban que estos debían
                    tener una cierta actividad interna, posiblemente en forma de vi-
                    braciones o pulsaciones, como lo haría, por ejemplo, una pompa
                    de jabón. Esto sucedía antes de que el electrón entrara en escena
                    y,  con él,  surgiera la idea de una estructura interna del átomo.
                    Estas especulaciones estaban provocadas por la necesidad de





         64         LOS ELECTRONES JUEGAN CON BOHR
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