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Hay que reconocer que, normalmente, no es así como fun-
                    ciona la ciencia. Si un joven que acaba de terminar sus estudios,
                    con solo un año de experiencia en el extranjero, es incapaz de
                    explicar un fenómeno determinado, lo más probable es que deba
                    seguir estudiando. Tirar por la ventana las premisas de la ciencia
                    del momento le llevará, en la mayoría de los casos,  a pecar de
                    arrogancia y a dilapidar su futuro científico. De hecho, si Bohr se
                    hubiese limitado a lo explicado en el párrafo anterior, la suya ha-
                    bría sido solo una conjetura sin mucho fundamento. Pero la física
                    teórica no consiste solo en imaginar modelos, sino en utilizarlos
                    para calcular y comparar esos cálculos con los datos de laborato-
                    rio. Eso es lo que hizo Bohr y, con ello, su modelo dejó de ser una
                    especulación y pasó a ser una predicción.
                        Para obtener el espectro de un elemento químico determinado
                    hace falta calentarlo; en otras palabras, suministrarle energía. Ese
                    exceso de energía dentro de la estructura del átomo se traduce
                    en que el electrón será capaz de orbitar a mayor distancia del nú-
                    cleo ( de hecho, si se le proporcionara demasiada energía, ¡incluso
                    podría salir disparado del átomo y dejar al núcleo solo!). Al poco
                    tiempo, el electrón excitado volvería a su estado inicial, a su estado
                    fundamental, soltando la energía excedente en forma de radiación:
                    la radiación que se observa en el espectro (figura 2).
                        Hasta aquí lo único que Bohr estaba haciendo era imaginar el
                    átomo como un sistema planetario en el que el planeta ( el elec-
                                                trón) tenía un estado privilegiado e
                                                intocable: su estado fundamental.
         1  FIG.2
                                                El salto inesperado fue el de las ór-
                                                bitas excitadas. Bohr propuso que
                                                los electrones solo podían ocupar
                                                unas órbitas concretas, con ener-
                                                gías determinadas, y que les estaba
                                                vetada cualquier posición interme-
                                                dia. Por poner una analogía visual:
                                                el átomo se comportaba como una
                                                escalera y no como una pendiente;
                                                los electrones únicamente podían
                                                estar en los escalones y nunca en






         68         LOS ELECTRONES JUEGAN CON BOHR
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