Page 70 - 09 Bohr
P. 70

Con este modelo, Bohr consiguió el espectro del átomo de
                    hidrógeno, que hacía ya décadas que se conocía a la perfección.
                    Cada línea del espectro (cada frecuencia de luz emitida) corres-
                    pondía al paso de un electrón de una órbita a otra inferior. Con
                    esto, el modelo de Bohr dejaba de ser una mera especulación, al
                    estilo de las que solía proponer Thomson, para convertirse en
                    un modelo con poder predictivo. Era la primera vez que un mo-
                    delo atómico explicaba cuantitativamente (y no solo cualitativa-
                    mente) el detalle del espectro del átomo de hidrógeno.
                        Evidentemente, no todo el mundo aceptó este modelo. En
                    1913 no hubo celebraciones, ni seminarios dedicados al átomo de
                    Bohr, ni la noticia salió en los periódicos o las revistas populares.
                    Y es que, a pesar de su poder predictivo y de su precisión mate-
                    mática, el átomo de Bohr contradecía muchos de los postulados
                    de la física del momento.  ¿Por qué los electrones solo podían
                    estar en unas órbitas determinadas? ¿Por qué se declaraba im-
                    posible que un electrón se quedara a mitad de camino entre dos
                    órbitas? ¿Cuál era el mecanismo que obligaba a los electrones
                    a comportarse de esta manera? ¿Qué restricciones les impedían
                    moverse por donde quisieran dentro del átomo? Por compararlo
                    con el sistema solar: aunque no hay ningún planeta entre la Tierra
                    y Venus, o entre Venus y Mercurio, las leyes de Newton no impi-
                    den,  a priori, que exista esa posibilidad. La falta de tal planeta
                    es meramente una contingencia, fruto de cómo se han acomo-
                    dado los planetas existentes alrededor del Sol. Pero lo que Bohr
                    estaba diciendo era que los electrones no podían ocupar otras
                    órbitas que las establecidas por su relación cuántica. Ni siquiera
                    tenía sentido preguntarse sobre el paso de una órbita a otra: los
                    electrones estaban en una o en otra, ¡nunca estaban a mitad de
                    camino entre las dos!
                       El mismo Rutherford, al recibir el manuscrito, y antes de en-
                   viarlo para su publicación, le manifestó a Bohr:


                       Se me ocurre una dificultad seria en tu hipótesis que seguro que no
                       se te escapa. ¿Cómo decide un electrón a qué frecuencia va a radiar
                       para pasar de un estado estacionario a otro? Es como si [ ... ] el elec-
                       trón supiera con anterioridad a qué nivel se va a detener.





        70         LOS  ELECTRONES JUEGAN CON BOHR
   65   66   67   68   69   70   71   72   73   74   75