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Universidad de Columbia y, una vez al lí, una de las principales aficiones de
Rabi era disfrutar llamando por teléfono a los profesores de Schwinger para
animarlos a que superaran el miedo que tenían a suspenderle: «¿Qué eres, un
hombre o un ratón? Ponle una F [la peor nota en las universidades anglosajo-
nas]». le dijo una vez a un triste profesor de Química. Sabía que esa nota le
iba a atormentar más a él que a Schwinger.
Un adelantado
En 1936, con dieciocho años, Schwinger ya conocía perfectamente la nueva
física que Feynman aún tenía que descubrir. Con su serio semblante, este chico
intensamente tímido se instalaba en la biblioteca y dedicaba horas y horas a
leer y desmenuzar los artículos de Paul Dirac en los Proceedings of the Royal
Society of London. Ese año escribió su primer trabajo de física: lo tituló «On
the interaction of several electrons». Antes de graduarse ya tenía lista su tesis
doctoral y había colaborado con lo mejor de la física del momento: Fermi,
Teller, Bethe. Entre tanto, Feynman se encontraba en su primer año en el MIT.
Para cuando este entregó su tesis, Schwinger estaba en Berkeley trabajando
directamente con Oppenheimer. Durante la guerra decidió que prefería el La-
boratorio de Radiación del MIT a Los Álamos y ocuparse de mejorar el radar,
el invento que los ingleses habían cedido a los norteamericanos. Dictaba sus
charlas y seminarios en un tono monocorde -le encantaba hablar así- y le
gustaba hacerlo de manera que obligara a sus oyentes a pensar. Algo com-
plicado, ya que lo habitual era no poder seguir sus explicaciones.
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Feynman fue a casa las navidades de 1945; la herida empezaba
a cerrarse. Entre tanto había vuelto a trabajar en la teoria que había
dejado incompleta al abandonar Princeton. Había intentado un par
de cosas, pero no funcionaban. Lo peor de todo era que estaba in-
telectualmente fuera de juego y le costaba mucho concentrarse. Su
ánimo estaba cayendo en un pozo negro, muy negro, del cual no
sabía, o no queria, salir. En la primavera tuvo la oscura sensación
de haber perdido el tren profesional. En Los Álamos se había en-
frentado a desafíos matemáticos y computacionales impresionan-
tes, pero la física subyacente estaba bien asentada y para nada era
ciencia de frontera. Ahora que había vuelto a lidiar con el tipo de
problemas a los que se había estado enfrentando durante la tesis,
intelectualmente desafiantes y que involucraban cuestiones de
LA ELECTRODINÁMICA CUÁNTICA: QED 81