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principio, pensaba que no iba a dar la talla. Creía que no podía
competir con aquellos que no habían abandonado su investigación,
como había hecho él al incorporarse en Los Álamos, y le llevaban
casi tres años de ventaja. Entre esos competidores se encontraba
un físico estadounidense de su misma edad, silencioso y al que le
gustaba la ropa cara y conducir un Cadillac, Julian Schwinger.
Cuando Feynman llegó a Comell ambos tenían veintinueve años, y
mientras él tenía que explicar una asignatura de lo más mundana,
métodos matemáticos de la física, Schwinger era todo un profesor
de Harvard - el profesor más joven que jamás haya tenido esa
universidad- y sus clases sobre física nuclear eran la atracción de
la comunidad de físicos del lugar y del vecino MIT.
CAÍDA Y REGRESO
El 8 de octubre de 1946 la vida le asestó un nuevo golpe a Feyn-
man. Casi un año y medio después de la muerte de su mujer, su
padre Melville moría de un ataque al corazón. Una noche nueve
días después, en el peor momento de su depresión, cogió papel y
bolígrafo y escribió a la única persona que sabía que podía ayu-
darle, su esposa muerta:
Te adoro, cariño.
Sé cuánto te gust,a oír esto, pero no solo lo escribo porque a ti te guste;
lo escribo porque me reconfort,a escribírtelo. [ .. . ] Me result,a difícil
entender lo que significa amarte después de que hayas muerto, pero
aún quiero consolarte y cuidar de ti, quiero que tú me ames y cuides de
rrú. Quiero tener problemas que discutir contigo, quiero hacer pequeños
proyectos contigo. [ ... ] Cuando enfem1aste te preocupaste porque no
podías darme algo que tú querías hacer y pensabas que yo necesit,aba
No tenías que haberte preocupado. Igual que te dije entonces, no era
necesario porque te quería mucho y de muchas maneras. Y ahora in-
cluso es más cierto: no puedes darme nada ahora pero yo te quiero y
te interpones en mi camino para amar a cualquier otra, pero quiero
permanecer así. Tú, muerta, eres mucho mejor que cualquier otra viva
82 LA ELECTRODINÁMICA CUÁNTICA: QED