Page 83 - 05 Feynman
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Sé que me dirás que estoy loco y que quieres que sea plenamente feliz
             y no quieres interferir en mi camino. Apostaría a que estás sorprendi-
             da de que ni siquiera tenga una novia ( excepto tú, tesoro) después de
             dos años. [ ... ] No lo entiendo, pues he conocido a muchas chicas y
             muy guapas y no quiero quedarme solo, pero tras dos o tres encuentros
             todas ellas parecen cenizas. Solo tú me quedas. Tú eres real.
             Mi querida esposa, te adoro.
             Amo a mi mujer. Mi mujer está muerta.
             Rick
             P.D. Perdona que no eche esto al correo, pero no sé tu nueva dirección.


             La carta, que se conseiva muy gastada - lo que indica que
         seguramente la releyó muchas veces- , fue a un sobre, y el sobre
         a una caja. Nadie supo de ella hasta su muerte. Nunca formó parte
         de la colección de historias que acompañaron a Feynman durante
         toda su vida, como tampoco lo hizo su explosión de ira durante el
         entierro de su padre.


                       « Un Feynman deprimido es solo un poco más alegre
                 que cualquier otra persona cuando derrocha entusiasmo.»
                      -  IIANs BETHE  EN  REFERENCIA  A  LA  APARIENCIA  DE  FEYNMAN  FRENTE  AL  RECUERDO
                                                            DE  LA  MUERTE  DE  SU  ESPOSA.


             Feynman se sentía solo. Pasaba el tiempo en la biblioteca le-
         yendo Las mil y una noches y como aparentaba menos años de
         los que tenía, comía en la cafetería de estudiantes y acudía a sus
         fiestas y guateques. Claro que no es de extrañar que las chicas a
         las que sacaba a bailar le miraran con recelo cuando les decía que
         era un físico que acababa de regresar de construir la bomba ató-
         mica. Eso sí, no le iba nada mal en las suertes del ligue. Antes de
         marchar de Los Álamos se había convertido en todo un casanova:
         quedaba con muchas chicas, especialmente si eran bonitas.
             Feynman, que se encontraba en el peor momento personal de
         su vida, pensaba que profesionalmente ya poco podía decir; había
         perdido el gusto por la física. Así que cuando recibió casi simultá-
         neamente ofertas por parte de la Universidad de Princeton y del






                                            LA ELECTRODINÁMICA CUÁNTICA: QED   83
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