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Sé que me dirás que estoy loco y que quieres que sea plenamente feliz
y no quieres interferir en mi camino. Apostaría a que estás sorprendi-
da de que ni siquiera tenga una novia ( excepto tú, tesoro) después de
dos años. [ ... ] No lo entiendo, pues he conocido a muchas chicas y
muy guapas y no quiero quedarme solo, pero tras dos o tres encuentros
todas ellas parecen cenizas. Solo tú me quedas. Tú eres real.
Mi querida esposa, te adoro.
Amo a mi mujer. Mi mujer está muerta.
Rick
P.D. Perdona que no eche esto al correo, pero no sé tu nueva dirección.
La carta, que se conseiva muy gastada - lo que indica que
seguramente la releyó muchas veces- , fue a un sobre, y el sobre
a una caja. Nadie supo de ella hasta su muerte. Nunca formó parte
de la colección de historias que acompañaron a Feynman durante
toda su vida, como tampoco lo hizo su explosión de ira durante el
entierro de su padre.
« Un Feynman deprimido es solo un poco más alegre
que cualquier otra persona cuando derrocha entusiasmo.»
- IIANs BETHE EN REFERENCIA A LA APARIENCIA DE FEYNMAN FRENTE AL RECUERDO
DE LA MUERTE DE SU ESPOSA.
Feynman se sentía solo. Pasaba el tiempo en la biblioteca le-
yendo Las mil y una noches y como aparentaba menos años de
los que tenía, comía en la cafetería de estudiantes y acudía a sus
fiestas y guateques. Claro que no es de extrañar que las chicas a
las que sacaba a bailar le miraran con recelo cuando les decía que
era un físico que acababa de regresar de construir la bomba ató-
mica. Eso sí, no le iba nada mal en las suertes del ligue. Antes de
marchar de Los Álamos se había convertido en todo un casanova:
quedaba con muchas chicas, especialmente si eran bonitas.
Feynman, que se encontraba en el peor momento personal de
su vida, pensaba que profesionalmente ya poco podía decir; había
perdido el gusto por la física. Así que cuando recibió casi simultá-
neamente ofertas por parte de la Universidad de Princeton y del
LA ELECTRODINÁMICA CUÁNTICA: QED 83