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manipulaciones matemáticas conocidas como «transformacio-
nes canónicas». Había renormalizado la masa del electrón si-
glliendo la sugerencia de Kramers y también había hecho lo propio
con su carga. El problema con la solución de Schwinger era que
la suma de una serie de términos obtenidos por técnicas perturba-
tivas -las mismas que se habían usado en la QED hasta enton-
ces- exigía unos cálculos horrorosamente complicados a partir
del tercer término ( o, como se dice técnicamente, a partir de la
corrección radiativa de segundo orden). Por fortuna, Schwinger
había descubierto que la serie convergía rápidamente y los prime-
ros tres términos bastaban para dar resultados en perfecto
acuerdo con los datos experimentales proporcionados en la isla
Shelter: su predicción para el factor-g era 2,00118 (recordemos
que Rabi había obtenido 2,00244) y para el desplazamiento Lamb
era de 1,051 megaciclos, cuando el dato experimental era 1,062.
«El futuro es impredecible, todo se basa en probabilidades.»
- RICHARD FEYNMAN.
El 30 de marzo de 1948 la Academia Nacional de Ciencias
auspiciaba un segundo encuentro en las montañas Pocono, en
Pennsylvania. Al igual que sucediera en Ram's Head, la residencia
Pocono Manor se convirtió en el punto de reunión de las grandes
mentes de la física: Oppenheimer, Fermi, Bethe, Rabi, Teller,
Wheeler y Von N eumann repetían y a ellos se unían dos gigantes
de la física de la preguerra, Bohr y Dirac. Todo el mundo esperaba
que Schwinger diera la respuesta definitiva a la QED relativista.
Eso sucedió la mañana siguiente.
Julian empezó su disertación sin la más leve entonación: «Voy
a considerar un campo electromagnético cuantizado en el que cada
pequeño volumen de espacio podemos manejarlo como una partí-
cula». Introdujo una complicada notación y comenzó una lección
magistral de virtuosismo matemático que muy pocos podían seguir.
Pero la audiencia no era a la que él estaba acostumbrado, y la loco-
motora tuvo que lidiar con continuas interrupciones. Incluso Bohr
se atrevió a hacerlo. Schwinger, que odiaba que le detuvieran en su
LA ELECTRODINÁMICA CUÁNTICA: QED 95