Page 96 - 05 Feynman
P. 96
camino a la estación de destino, le cortó con sequedad. Una ecua-
ción llevaba a la otra y Julian lo hacía sin seguir un solo apunte, en
una maratón matemática que duró hasta primera hora de la tarde.
Bethe se dio cuenta que las únicas objeciones aparecían cuando
Schwinger explicaba la física subyacente; en la parte matemática
todos permanecían mudos. Fermi, con una pizca de orgullo, se dio
cuenta de que sus colegas habían dejado de prestarle atención: úni-
camente él y Bethe eran capaces de seguir sus razonamientos ma-
temáticos. Fue al terminar cuando dicen que su protector,
Oppenheimer, se levantó y dijo: «Cuando cualquiera da una confe-
rencia es para decirnos cómo se debe hacer algo; cuando la ofrece
Julian es para decirnos que eso solamente lo puede hacer él».
Ahora le tocaba el turno a Feynman. Bethe le advirtió que tras
la exposición de Schwinger lo mejor que podía hacer era pegarse
como una lapa a la matemática del asunto y olvidarse de la física,
«porque cada vez que Schwinger ha intentado hablar de física se
ha metido en problemas». Feynman le hizo caso, a pesar de que
no había justificado matemáticamente el método que había em-
pleado. Las ecuaciones las había obtenido «a la Feynman», por
ensayo y error, junto con un buen chorro de intuición física. Sabía
que eran correctas porque las había comprobado en infinidad de
ejemplos y situaciones, incluyendo todas las de Schwinger. Pero
ni podía demostrar rigurosamente que funcionaban ni podía co-
nectarlas a la antigua teoría cuántica.
La diferencia de personalidad de Schwinger y Feynman se
reflejaba en su forma de hacer física. Donde Schwinger era lógico
y convencional, siguiendo un camino largo y pesado, Feynman era
intuitivo y se desplazaba por las matemáticas con su mochila llena
de conjeturas, normalmente muy inspiradas, y no se achantaba si
tenía que considerar caminos estrafalarios.
Schwinger escuchaba por primera vez la teoría de Feynman y
le pareció repulsiva, aunque no lo dijo. Le sonaba a pura ingeniería,
un collage de ecuaciones sin ton ni son producto de la intuición, no
de una matemática bien fundamentada Las objeciones de los asis-
tentes surgían una tras otra y poco a poco Feynman descubrió que
todo el mundo debía tener un principio o teorema favorito y sus
ideas violaban todos y cada uno de ellos: «¿De dónde viene esa fór-
96 LA ELECTRODINÁMICA CUÁNTICA: QED