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autoenergía y era como restar infinito menos infinito; seguramente
        obtendría un resultado absurdo ... o quizá no. La máquina de calcu-
        lar que era Bethe se puso manos a la obra, pero lo planteó desde
        una QED no-relativista. Cuál no sería su sorpresa al descubrir que,
        a pesar de que el resultado obtenido seguía divergiendo a infinito,
        lo hacía mucho más despacio. La intuición de Bethe le decía que si
        hacía lo mismo desde una QED relativista, esa divergencia desapa-
        recería por completo. Bethe telefoneó a Feynman contándole lo
        que había descubierto y para asegurarse de que un borrador de sus
        cuentas  le  llegara  a  Oppenheimer  en  menos  de  una semana.
        Cuando regresó enjulio a Comell, dio un seminario explicando sus
        cálculos y aventuró por dónde podían ir los tiros para poder imple-
        mentar el límite relativista. Tras la charla, Feynman se acercó a él
        y le dijo: «Puedo hacerlo por ti. Te lo llevaré mañana al despacho».




        RENORMALIZACIÓN

        Por entonces, Feynman se estaba enfrentando a su mayor pro-
        blema: poner por escrito sus ideas en forma de artículo científico,
        en particular, aquellas que había desarrollado en su tesis doctoral.
        Esto no era nada fácil para él.  Sí era capaz de redactarlas como
        anotaciones personales usando su particular tono coloquial para
        futuras investigaciones. Pero escribir un artículo científico exigía
        un tipo de lenguaje más formal y una manera de explicar los resul-
        tados de forma lógica y coherente, paso a paso. Justo al revés de
        como trabajaba Feynman. Él no seguía ninguna secuencia lógica.
        Muchas veces intuía las respuestas y luego la aplicaba a numero-
        sos ejemplos para comprobar si tenía razón. El físico Murray Gell-
        Mann ( que colaboraría con Feynman en la década de 1950 cuando
        ambos estaban en el Caltech) contaba una anécdota que refleja
        muy bien su estilo de trabajo. Un día,  un estudiante acudió a él
        con una serie de notas de una conferencia que creía pertenecían  .
        a Richard Feynman. Gell-Mann las miró y dijo: «No, no son suyas.
        Sus métodos no son los mismos que los nuestros».  «¿Y  cuáles
        son?», preguntó el estudiante. Gell-Mann se acercó a la pizarra que






                                          LA ELECTRODINÁMICA CUÁNTICA: QED   93
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