Page 39 - 19 Marie Curie
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descubrió realmente, ya que el fenómeno había sido descubierto
      años antes por Niépce de Saint-Victor (1805-1870), investigador
      francés que entre 1856 y 1861 publicó varios trabajos sobre las
      radiaciones que emitían las sales de uranio. Sin embargo, debe
      tenerse presente que en ciencia no es extraño que el descubridor
      oficial de un fenómeno no sea el primero en observarlo. Para que
      se reconozca y se admita como parte del conocimiento científico
      un descubrimiento no solo tiene que ser publicado en una revista
      de prestigio, sino que debe ser defendido hasta tener credibilidad
      entre la comunidad científica. Pero, además, la ciencia tiene que
      estar madura para recibirlo. Así, por ejemplo, el abuelo de Henri
      descubrió  la piezoelectricidad sesenta años  antes  que  Pierre
      y Jacques, pero ni él ni sus contemporáneos supieron explicar
      el fenómeno ni le encontraron aplicación, por lo que cayó en el
      olvido. Algo parecido debió de pasar con el descubrimiento de
      Niépce.
          Como continuación de los trabajos que ya habían realizado su
      padre y su abuelo, Henri Becquerel estudiaba los fenómenos de
      fosforescencia, centrándose en las sales de uranio. Para detectar
      la radiación emitida empleaba placas fotográficas, y como fuente
      de iluminación, la luz del sol. Teniendo que hacer una presenta-
      ción en la Academia de Ciencias a comienzos de marzo de 1896, a
      finales de febrero preparó las sales de uranio sobre la placa. Em-
      pleaba una emulsión de plata, que cubría con un papel negro para
      que no se velara tras ser irradiada por la luz del sol, pero sí por la
      fosforescencia emitida por las sales. Ni el miércoles 26 de febrero
      ni el jueves 27 salió el sol en París, y Becquerel guardó la placa con
      las sales en un cajón. A pesar de que en los días siguientes tam-
      poco salió el sol, el investigador reveló la placa. Como las sales
      apenas habían sido iluminadas por la luz solar, el científico espe-
      raba que la fosforescencia emitida por ellas fuera muy débil. Sin
      embargo, observó que la impresión en la placa fotográfica era ní-
      tida. Repitió el experimento para confirmar que la emisión de ra-
      diación tenía lugar sin que mediara ningún proceso de iluminación
      que activara la fosforescencia, y comprobó que las sales seguían
      emitiendo fosforescencia tras permanecer varios días en la oscuri-
      dad. Becquerel presentó los resultados en la siguiente sesión de la






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