Page 93 - 19 Marie Curie
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Pero los hechos se empeñarían en contradecirla: las emisio-
      nes radiactivas eran un veneno silencioso e invisible que fue mi-
      nando la salud de todos aquellos que manipulaban las sustancias
      que las producían sin mostrar ningún efecto hasta que era dema-
      siado tarde. Sorprendentemente, Marie, la persona que primero
      las identificó y manipuló en mayores cantidades, vivió hasta los
      sesenta y siete años,  una edad avanzada para una mujer de su
      época. Además, a pesar de sus múltiples achaques, Marie tuvo una
      desbordante actividad hasta poco antes de morir, lo que no ayudó
      a alertar sobre el carácter letal de las emisiones radiactivas con
      las que trabajó toda su vida.
         A principios del siglo xx se estaba muy lejos de conocer la
      cara siniestra del radio, ya que entonces el nuevo elemento se re-
      cibió como la panacea para curar todos los males, desde las enfer-
      medades de la piel hasta la artrosis, pasando por el reumatismo o
      la depresión, aparte, por supuesto, de todo tipo de cánceres. Entre
      las aplicaciones más curiosas del radio cabe destacar la realizada
      por un tal doctor Alfred Curie -que nada tenía que ver con la
      familia Curie-, que en 1911 presentó su tesis sobre el estudio de
      la espina bífida en la Universidad de París. Años después se de-
      dicó a negocios más lucrativos y patentó una crema facial llamada
      Tho-Radia. Sus ingredientes, a los que hace referencia su nombre,
      eran 0,5 g de cloruro de torio y 0,25 mg de bromuro de radio por
      cada 100 g de crema. La publicidad prometía, cómo no, una cara
      «radiante». Por su parte, un farmacéutico egipcio patentó más de
      cien preparados a base de radio con nombres tan explícitos como
      Radioskin, Radiobust o Radiviril.





      LA OBTENCIÓN DEL RADIO Y LA POLÉMICA
      DEL POLONIO


     Tras varios años dedicada a ello, a comienzos de 1902 Marie con-
     siguió aislar algo más de la décima parte de un gramo (120 mg) de
     cloruro de radio puro, a partir del cual determinó el peso molecular
     del radio, 225±1, un valor muy próximo al real (226,03). Obtener esa





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