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La cosa se complicaba porque había personajes reacios a pu-
        blicar sus resultados, como por ejemplo Pierre de Fermat, que
        jamás escribió un libro con sus avances. Muchas veces los cien-
        tíficos no querían publicar para no entrar en polémica con otros
        científicos, que fue lo que le ocurrió inicialmente a Isaac Newton
        tras su enfrentan1iento con Robert Hooke (1635-1703) por sus re-
        sultados sobre óptica. Por tanto, era corriente que los resultados
        no se publicaran como libro, sino que se dieran a conocer a través
        de  cartas a amigos y conocidos. Muchas veces había descubri-
        mientos que se quedaban en los papeles y solo eran revelados tras
        la muerte del autor.  Otros científicos eran reticentes a publicar
        algo si no estaba totalmente terminado. Esto le ocurría a Chris-
        tiaan Huygens  (1629-1695),  que  además de una gran inventiva,
        tenía un sentido estético de la matemática que hacía que solo pu-
        blicara los trabajos que consideraba perfectos, por lo que no era
        raro que otros se adelantaran con resultados parecidos, y después
        surgieran grandes polémicas sobre quién había sido el primero en
        descubrir el resultado, como sucedió con la invención del cálculo
        infinitesimal, que enfrentó a Newton y a Leibniz.
            La costumbre entre científicos que no tenían cierta amistad
        era enviarse sus escritos a través de una tercera persona, que ejer-
        cía como testigo de lo que se estaba intercambiando. Esta labor
        de conexión entre científicos, especialmente de distintos países,
        la realizó, por ejemplo, Mersenne. Henry Oldenburg (1619-1677)
        sirvió de nexo de unión entre Newton y Leibniz en el intercam-
        bio de resultados. Esta era además una forma de reivindicar los
        propios descubrimientos, ya que en las sociedades solían quedar
        constancia de ellos antes de que pudieran ser publicados y dados
        a conocer al gran público.




        LAS SOCIEDADES CIENTÍFICAS EN  EL SIGLO XVII


        Pero los estamentos que realmente favorecieron la extensión de
        la ciencia moderna por toda Europa fueron las sociedades cien-
        tíficas y sus medios de difusión: las revistas científicas, que per-






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