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reales. A este segundo grupo asistía gente de muchas disciplinas
                    más variadas que las matemáticas, aunque también pertenecieron,
                    Huygens, Oldenburg y Gassendi. La unión de los dos grupos pa-
                    saría a llamarse Academia Parisiensis y sería el germen de lo que
                    se  convertiría posteriormente en la Academia de  Ciencias  de
                    París.          .
                        Otro grupo similar, aunque un poco más avanzado el siglo, se
                    reunió en torno al filósofo y teólogo Nicolas Malebranche (1638-
                    1715), quien fue profesor de Matemáticas y miembro de la con-
                    gregación del Oratorio de San Felipe Neri. En el oratorio organizó
                    reuniones, en la línea de Mersenne, para intercambiar descubri-
                    mientos matemáticos. Pertenecieron a este círculo Pierre V arig-
                    non, el marqués de l'Hópital o Johann Bernoulli. Malebranche fue
                    un gran divulgador de la obra de Descartes y Leibniz y editor del
                    libro de l'Hópital, el primero que se publicó sobre el nuevo cálculo
                    infinitesimal.
                        En Inglaterra, el político inglés Francis Bacon (1561-1626),
                    más filósofo que científico, abogó por la importancia de la ciencia
                    de laboratorio, que estaba desprestigiada como mera artesanía, y
                    también por los intercambios intelectuales. Siguiendo sus conse-
                    jos se creó un grupo de científicos alrededor del diácono alemán
                    afincado en Inglaterra Theodore Haak (1605-1690). Este grupo, co-
                    nocido como Grupo 1645, se reunía inicialmente en Cambrigde,
                    pasando posteriormente a Londres, y sería el germen del que na-
                    cería la Royal Society.
                        Las publicaciones de Malebranche tuvieron mucho interés,
                    pues en esa época era complicado editar libros de ciencia y es-
                    pecialmente de matemáticas, puesto que acostumbraban a tener
                    una tirada limitada y no solían ser negocio. El astrónomo alemán
                    Johannes Kepler (1571-1630), que consideraba que los libros de
                    matemáticas eran bastante complicados de entender y por eso
                    tenían poco público, comentaba:

                        Muy duro destino es hoy día el de escribir libros matemáticos y,
                        sobre todo, astronómicos [ ... ] y por ello hay poquísimos lectores
                        buenos. Yo mismo, que soy considerado como un matemático, tengo
                        que hacer un esfuerzo para leer mi obra.






         36         EL  DISEÑADOR DE  CALCULADORAS
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