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un puesto en la corte. En ella planteaba el derecho desde un punto
       de vista filosófico.  Señalaba dos reglas fundamentales en la juris-
       prudencia: no aceptar ningún término sin definición y no aceptar
       ninguna proposición sin demostración. Tras presentar la obra per-
       sonalmente al elector, consiguió ser contratado para ayudar al con-
       sejero de la corte, Hermann Andreas Lasser, en la redacción de un
       nuevo código civil adaptado a las nuevas necesidades del Estado.
           Una persona fundamental en la vida de Leibniz fue el barón
       Johann Christian von Boineburg (1622-1672), ministro del elector
       de Maguncia. A partir de 1668 Leibniz, que se había instalado en
       dicha ciudad, tuvo una gran relación con el barón, llegando a in-
       timar tanto con él como con su familia. Mientras colaboraba con
       Lasser, Leibniz realizó trabajos esporádicos para Boineburg, entre
       otros de secretario, bibliotecario o abogado. Durante esos años,
       redactó escritos a petición del barón sobre diversos temas, espe-
       cialmente filosóficos y políticos. Veamos uno de ellos.
           En aquella época la corona de Polonia había quedado libre
       por abdicación del rey Juan Casimiro y el conde palatino, o palst-
       grave, de Neuburg pretendía el trono. Solicitó ayuda a Boineburg
       para que fuera a defender su causa en Polonia, y este encargó a
       Leibniz  un trabajo  que  defendiera las  aspiraciones del palst-
       grave. Leibniz escribió bajo el nombre de un desconocido noble
       polaco una obra en la que partía del concepto de demostración
       matemática en la ciencia, en la línea de Galileo Galilei (1564-1642)
       o René Descartes (1596-1650), entre otros, y aplicaba ese desarro-
       llo a la elección del futuro rey. Llegaba, claro está, a la conclusión
       de que la persona más indicada era el palstgrave de N euburg. En
       el desarrollo de la obra usaba los razonamientos éticos y políticos
       manejándolos como elementos de un cálculo de probabilidades.
       Podemos considerar que esa fue  la primera vez que Leibniz se
       adentró en el mundo diplomático, algo que sería una constante a
       lo largo de toda su vida.
           Boineburg y Leibniz  coincidían en muchos pensamientos.
       Aunque el barón era católico y Leibniz luterano, ambos abogaban
       por la reunificación de las Iglesias católica y protestante. Esta idea
       estuvo en la intención de Leibniz siempre y la planteó en todos los
       lugares en los que podía conseguir algún tipo de apoyo.






                                            EL DISEÑADOR DE CALCULADORAS    31
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