Page 106 - 04 Max Planck
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en marcos, la cantidad asignada para esa semana. Tan pronto
como volvía a la casa donde tenía alquilada una habitación, com-
praba provisiones para toda la semana, porque si no lo hacía in-
mediatamente corría el riesgo de quedarse sin dinero a los dos o
tres días.
El mismo Planck se vio en la circunstancia de que el dinero
asignado para un viaje, con motivo de alguna gestión de la acade-
mia, se devaluó con tanta rapidez que, al llegar a su destino, no le
alcanzaba para pagar el hotel y tuvo que dormir en la sala de es-
pera de la estación.
Impresiona pensar que en esas circunstancias Werner Hei-
senberg obtuviera su doctorado (1923), o, más increíble quizá,
porque era un trabajo que requería mayores recursos económi-
cos, que Stern y Gerlach realizaran durante 1921 y 1922 el expe-
rimento que llevaría al descubrimiento del espín del electrón. (El
espín es una propiedad cuántica de las partículas, que no tiene un
exacto análogo en la física clásica, pero que es en cierta forma
similar a suponer que la partícula gira sobre sí misma.)
Todas las instituciones científicas alemanas pasaron por apu-
ros durante el período de la posguerra. Planck, como uno de sus
dirigentes, se esforzó por limitar los estragos que la crisis podía
causar en la ciencia alemana. Desde su posición en la Academia
de Ciencias, junto a Haber, Nernst y otros, supervisó el Centro
Nacional de Documentación Científica, cuya misión era disponer
de al menos una copia de cualquier documento científico extran-
jero que pudiera ser relevante. También desde la Academia
Planck trabajó para obtener fondos externos para la investiga-
ción. Las donaciones vinieron desde sitios tan dispares como la
Fundación Rockefeller, que llegó a donar un total de medio mi-
llón de dólares, el empresario japonés Hajime Hoshi o la compa-
ñía americana General Electric.
Es de admirar que en la numerosa correspondencia entre los
distintos científicos (Planck, Einstein, Born, Sommerfeld y otros)
que existe de la época se encuentren referencias a los graves im-
pedimentos que la crisis económica conllevaba para la investi-
gación científica, pero sea difícil encontrar referencias a sus
dificultades personales, que sin duda fueron muchas.
106 LA EDAD CUÁNTICA