Page 118 - 04 Max Planck
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La ley admitía una excepción:  aquellos no arios que hubieran
                     combatido en la Primera Guerra Mundial o cuyos familiares di-
                     rectos hubieran caído en combate. Haber era judío, pero obvia-
                     mente se podía atener a  la excepción,  ya que había tenido un
                     papel destacado en la Gran Guerra. Haber, sin embargo, renunció
                     a su derecho, alegando que siempre había escogido a sus colabo-
                     radores de entre las personas más capaces, sin distinción de raza
                     o procedencia, y que, a su edad, no iba a cambiar. Luego se mar-
                     chó de Alemania y toda la maquinaria de propaganda nazi cayó
                     sobre su persona.
                         Haber murió en Suiza poco tiempo después y Planck, a ins-
                     tancias de Von  Laue,  decidió organizar una sesión en su me-
                     moria en la Sociedad  Káiser  Guillermo.  El  ministro  nazi  de
                     Educación prohibió a  los funcionarios asistir a la ceremonia,
                     pero la sala se llenó de dignatarios extranjeros, las esposas de
                     los funcionarios y empleados no gubernamentales de la socie-
                     dad. El acto fue, sin lugar a dudas, un digno y valiente homenaje
                     al desaparecido químico.
                         La guerra abierta entre Planck y Von Laue,  por un lado,  y
                     Stark y Lenard, por otro, duró más o menos hasta el final de los
                     años treinta, cuando el propio régimen nazi decidió retirar a Stark
                     de alguno de sus cargos, dada su incompetencia. Pero los ataques
                     contra Planck, Von Laue y su entorno fueron pem1anentes hasta
                     el final de la guerra.
                         En pleno poder nazi la relatividad estuvo casi prohibida, a
                     pesar de lo cual Planck y Von Laue disertaron varias veces sobre
                     ella,  a  costa, eso sí,  de no nombrar a su creador.  En 1942,  por
                     ejemplo, Planck aconsejó a Von Laue por carta no nombrar a Ein-
                     stein en su libro sobre relatividad. Esta actitud le valió no pocos
                     reproches en el extranjero.
                         Pero junto a  esta actitud,  aparentemente cobarde,  Planck
                     tuvo muchos momentos de valentía similares al del caso Haber,
                     como cuando en una charla en plena guerra en un club de oficiales
                     nazis nombró a Einstein como un líder mundial en el campo del
                     pensamiento. Como consecuencia de aquella charla, el régimen
                     desaconsejó que, a partir de ese momento, se permitiera a Planck
                     dar conferencias.






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