Page 92 - 04 Max Planck
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meno fue descubierto por Hertz durante los estudios que le lleva-
                      ron al hallazgo de las ondas electromagnéticas. Hertz usaba como
                      detector de ondas dos puntas metálicas muy cercanas. Al pasar una
                      onda electromagnética se producía una chispa entre las puntas.
                      Hertz observó que la chispa era más intensa si las puntas estaban a
                      la vista de la descarga principal que usaba de generador de ondas
                      y que la chispa era más débil si tapaba el detector. Hertz dedicó un
                      par de meses a analizar el fenómeno y concluyó que era debido a
                      que los rayos ultravioleta facilitaban la electrificación del metal.
                          Para cuando Einstein abordó el problema estaba ya claro que
                      el efecto consistía en que la luz ultravioleta arrancaba electrones
                      de la superficie metálica. La energía de los electrones no depen-
                      día de la intensidad de la luz,  sino de su frecuencia.  Einstein
                      aplicó la hipótesis cuántica razonando de la siguiente manera: si
                      la energía de un cuanto de luz se transfiere íntegramente a un
                      electrón, y suponemos que para abandonar el metal se requiere
                      una energía constante W, el electrón abandonará la superficie del
                      metal con una energía E igual a la diferencia entre la energía re-
                      cibida y la necesaria para escapar:

                                              E=hv-W.

                          Esta relación tenía la ventaja de que podía ser contrastada
                      mediante experimentos. Además, de ella se podía determinar el
                      valor numérico de la constante de Planck, h, y comprobar si con-
                      ducía al valor ya conocido.
                          El artículo de Einstein suscitó bastante atención, pero fue du-
                      ramente criticado por, entre otros, el propio Planck. En el prefa-
                      cio a la segunda edición de su libro La teoría de  la radiación
                      calorífica, escrito en 1912, se puede leer:

                          Mientras muchos físicos, debido a su conservadurismo, rechazan las
                          ideas que he desarrollado, o, en cualquier caso, mantienen una acti-
                          tud expectante, algunos autores las han atacado por la razón opues-
                          ta, esto es, como que son inadecuadas, y se han visto compelidos a
                          suplementadas con hipótesis de naturaleza aún más radical, como
                          por ejemplo, con la hipótesis de que cualquier energía radiante, in-





          92          LA  EDAD CUÁNTICA
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