Page 97 - 04 Max Planck
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LA PRIMERA ARMA DE DESTRUCCIÓN MASIVA
           Una de las imágenes más terroríficas que tenemos de la  Primera Guerra Mun-
           dial es  la del uso de los gases venenosos en el  frente. La  guerra química, que
           libraron especialmente Francia y  Alemania, puso a prueba los conocimientos
           y el «ingenio» de sus mejores químicos. Buen ejemplo de este refinamiento es
           el  uso de la  cloropicrina, o  tricloronitrometano, un gas muy inerte capaz de
           penetrar en  las máscaras antigás. No provoca la muerte, pero sí vómitos, lo
           que obligaba a los soldados a quitarse las  máscaras. Los alemanes lo usaron
           mezclado con gases letales, que producían la  muerte por inhalación una vez
           los soldados se habían quitado las  máscaras. El  Gobierno alemán encargó a
           Fritz Haber la  organización de una unidad especial para  la  guerra química.
           Ai:mque ello violaba un acuerdo de La Haya de 1899, los alemanes lanzaron un
           ataque con cloro en la  batalla de Ypres el 22 de agosto de 1915.  Fue el  inicio
           de una escalada por parte de los dos bandos que duró hasta el final de la gue-
           rra. La excusa de Haber es una que se ha repetido muchas veces: cuanto antes
           se acabe la  guerra, menos gente morirá. Estas razones no convencieron a su
           esposa, que se suicidó un día en que Haber partió para supervisar un ataque
           en el  frente oriental. Haber era de origen judío y se comportó durante la  Pri-
           mera Guerra Mundial como su  Gobierno esperaba que se comportara un pa-
           triota alemán. Todo ello no le evitó los problemas con el Tercer Reich.
























           El káiser Guillermo 11  y Adolf von Harnack, seguidos de Emil Fischer y Fritz Haber, durante la inauguración
           del Instituto Káiser Guillermo de Física, Química y Electroquímica en Dahlem-Berlín (octubre de 1912).









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