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la década de  1930.  En concreto, en 1938 y 1939  Godel publicó
                     sendos artículos en los que exponía en forma resumida distintos
                     aspectos de la primera parte de la solución, que expuso con todo
                     detalle en un curso dictado en el Instituto de Estudios Avanzados,
                     cuyos apuntes se editaron en forma de libro en 1940.
                         La segunda parte  de  la solución la obtuvo  en  1963  Paul
                     Cohen, matemático norteamericano que también trabajaba en el
                     Instituto de Estudios Avanzados. Dicen que la primera persona a
                     la que Cohen le mostró su solución fue a Godel, pero que cuando
                     fue a verlo este se encontraba en plena crisis maníaco-depresiva
                     y no quiso dejarlo entrar a su casa, por lo que  Cohen tuvo que
                     pasarle los papeles por debajo de la puerta. Pocos días después,
                     Godel lo llamó por teléfono invitándolo a tomar el té y Cohen
                     tomó esta invitación como una señal de que su solución era co-
                     rrecta;  y,  en efecto,  tan correcta era que por ese trabajo Paul
                     Cohen recibió la medalla Fields, el equivalente matemático del
                     premio Nobel.




                     LA SOLUCIÓN DE GODEL Y COHEN

                     ¿Cuál es la respuesta? ¿La hipótesis del continuo es verdadera o
                     es falsa? En realidad, podemos decir que todavía no se sabe, por-
                     que la respuesta que Godel y Cohen encontraron es que ni la hipó-
                     tesis del continuo ni su negación pueden ser demostradas a partir
                     de los axiomas de la teoría de conjuntos. Es decir, estos axiomas
                     son insuficientes para determinar la verdad o falsedad de la afir-
                     mación. Si llamamos HC al enunciado que dice que «No existe un
                     conjunto de cardinal intermedio entre N y IR»  entonces HC  es,
                     para la teoría de conjuntos, un ejemplo perfecto del primer teo-
                     rema de incompletitud de Godel: ni ella ni su negación son demos-
                     trables.
                         ¿Cómo demostraron Godel y Cohen este hecho? Para enten-
                     derlo, imaginemos por un momento que el símbolo « * »  designa
                     una operación numérica genérica, no especificada, y supongamos
                     que esta operación cumple los dos axiomas siguientes:






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