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antes de escribir dichas notas. Pero hay otra razón metodológica
        que será aparente en él más adelante, cuando detallemos cómo
        amplió la tradición matemática que heredó de Vieta.
            Sea como sea, convencer a otros de la corrección de sus re-
        sultados no entraba entre sus preocupaciones. Ya sabrían ellos,
        pensaba, reproducir sus razonamientos. O si no pueden, peor para
        ellos. En todo caso, el trabajo de convencerlos era un desperdicio
        de su limitado tiempo, que estaría mejor empleado en descubrir
        nuevos resultados, no en probar rigurosamente los que ya le pare-
        cían evidentes.


            «[Si existe] cualquier parte de mi obra que se considere digna
                de publicación, me niego a que mi nombre figure en ella.»
                                       -  FERMAT EN  UNA  CARTA ENVIADA A  ROBERVAL  EN 1637.

            Su propia carrera profesional habría incentivado esta actitud,
        dado que le robaba tiempo a la matemática. Y así,  toda la vida
        científica de Fermat estuvo marcada por esos resultados que se
        enunciaban con parsimonia,  esas ideas apenas esbozadas que
        nunca fueron perseguidas hasta su consecución, ese desdeño por
        rellenar huecos y detalles y esa ausencia de pruebas. En resumen,
        el reverso de lo que la obra de Euclides, con su enfoque sistemá-
       tico y riguroso, y sus demostraciones prístinas, había significado
       para generaciones de matemáticos. En ese sentido, Fermat estaba
       mucho más cerca de la tradición cosista que del rigor helenístico.
           Todas estas notas, bocetos de demostraciones y papeles de-
       sordenados ( al menos, todas las que pudo encontrar y a las que
       pudo dar sentido) fueron ordenadas, sistematizadas y publicadas
       por su albacea, el primogénito Clément-Samuel, que además de
       heredar los cargos del padre, recibió al menos una parte de su
       afición por las matemáticas.
           En particular, en 1670 el hijo publicó Los comentarios a Dio-
       fanto,  reuniendo todas las notas marginales de su padre. Fue así
       como llegó hasta nosotros ese teorema que, seguran1ente, era solo
       una nota que Fermat se hacía a sí mismo. Nunca la compartió con
       nadie en toda su generalidad; la única constancia que tenemos de






                                     EL TEOREMA QUE TARDÓ 350 AÑOS EN  SERLO   39
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