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Fermat mantuvo toda su vida una relación estrecha con su
pueblo natal, Beaumont, en el que también presidió en ocasiones
el Consejo General. Pero parece claro que viajó poco y que su vida
transcurrió entre Toulouse, Castres y Beaumont, con algún oca-
sional viaje a ijurdeos.
Fuera de sus conocidos de juventud en Burdeos, algún matemá-
tico tolosano y el inglés Kenelm Digby, Fermat no conoció personal-
mente a casi ninguno de sus colegas; prácticamente toda su
interacción con ellos fue epistolar. Su vida, comparada con la agi-
tada vida de su rival Descartes, que combatió en la Guerra de los
Treinta Años, viajó por media Europa y frecuentó diversas cortes,
se presenta apacible, burguesa y provinciana Las matemáticas eran
su refugio secreto cuando, harto de confrontaciones políticas y sen-
tencias dolorosas, se refugiaba en su casa para leer, reflexionar,
crear mundos nuevos y, a veces, comunicarlos a sus corresponsales.
En efecto, Fermat escribió cientos de cartas en las cuales de-
tallaba sus descubrimientos, retaba a sus adversarios o se enzar-
zaba en amargas polémicas. El principal entre sus corresponsales
fue un personaje curioso, un mor\je de la orden de los Mínimos,
Marin Mersenne (1588-1648), quien tenía una gran pasión por la
matemática que le llevó a cartearse con la mayoría de los grandes
pensadores de la época.
No existiendo revistas científicas, lo más similar que había en
la época era Mersenne, una especie de central epistolar que recibía
resultados de diversos matemáticos y los comunicaba a otros co-
rresponsales. Mersenne fue la primera gaceta científica, y si bien
su talento matemático personal nunca fue espectacular, su enorme
mérito radicó en su capacidad de entender quiénes eran los gran-
des creadores de la matemática de la época y la importancia de sus
resultados; y, por supuesto, crear esos puentes de comunicación
entre aficionados más o menos aislados entre sí. Sin Mersenne,
Fermat hubiera sido un oscuro personaje que se recreaba en las
matemáticas en la soledad de su despacho. Gracias al mor\je que
le leía en la soledad de su celda y compartía luego sus descubri-
mientos, la fama matemática de Fermat se esparció por toda Eu-
ropa. Mersenne vivía en París y estaba en estrecho contacto con
un grupo de matemáticos paiisinos en el que descollaba Étienne
34 EL TEOREMA QUE TARDÓ 350 AÑOS EN SERLO