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decir por ahora que fue el fundador del álgebra simbólica. Su tra-
                    bajo, por tanto, fue importantísimo, pero, tal vez por razones geo-
                    gráficas, por su relativo aislamiento en una ciudad de provincias
                    en la centralista Francia y por la falta a la sazón de medios de di-
                    fusión científica, en los años en los que Fermat estuvo en Burdeos
                    su revolucionario trabajo era prácticamente desconocido fuera
                    del círculo de sus discípulos más directos.
                        Fermat no  conoció a Vieta,  que  murió cuando él tenía dos
                    años, pero trabó conocimiento con uno de sus discípulos, Jean de
                    Beaugrand ( ca. 1584-1640), quien sería su amigo y colega hasta su
                    muerte. El caso es que ya en 1629,  con veintiocho años, Fermat
                    dio las primeras noticias de su talento matemático al enviar a
                    Beaugrand una copia de su reconstrucción de una obra perdida
                    del geómetra griego Apolonio de Perga ( ca. 262-190 a. C.), De locis
                    planis, es decir, sobre los lugares -geométricos- planos. Buena
                    parte del trabajo de los matemáticos de los siglos XVI y XVII era in-
                    tentar reconstruir dichas obras perdidas a través de referencias de
                    otros matemáticos. En particular, la obra de Papo de Alejandría
                    (290-350),  que vivió varios siglos después de la mayoría de los
                    matemáticos a los que reseñaba, fue una referencia fundamental.
                    En efecto,  Papo consignó unos 400  teoremas extraídos de  las
                    obras de los clásicos que él todavía pudo leer, de forma que, aun-
                    que parte de las obras de estos no habían logrado llegar al Rena-
                    cimiento, perdidas en los sucesivos incendios de la Biblioteca de
                    Alejandría y en otros similares holocaustos culturales,  cuando
                    menos quedaban esas pocas ruinas, esas piedras aisladas debidas
                    a Papo, para, de alguna forma, imaginar toda la gloria de los edifi-
                    cios matemáticos que había erigido la Antigüedad,  del mismo
                    modo que un arqueólogo puede describir el ágora de Atenas a
                    partir de lo que queda de ella.
                        Después de su estancia en Burdeos, Fermat se matriculó en la
                    Universidad de Orléans. Allí obtuvo su grado de Licenciado en De-
                    recho Civil en 1631. A la sazón, y como se estilaba en la época, ya
                    había comprado el puesto de conseiller en el Parlamento de Tou-
                    louse y el de Comisario de Ruegos de Palacio a la viuda del anterior
                    detentador de dichos cargos, Pierre de Garriere. Fermat volvió así
                    a sus pagos, ennoblecido por su toga, que le permitió añadir un






        30          EL TEOREMA QUE TARDÓ 350 AÑOS EN  SERLO
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