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dual conocimiento de textos griegos que habían sido preservados
por los árabes, conjuntado con las propias contribuciones origina-
les del islam, llevaron a los incipientes matemáticos del siglo XVI a
una actividad sin precedentes.
Muy tempranamente, los matemáticos se dividieron. Por un
lado estaban los geómetras que intentaban comprender y comple-
tar los resultados griegos. Téngase en cuenta que, aunque se pre-
servaron varios libros, muchísimos otros perecieron en las
diversas contingencias históricas que separaban la época helenís-
tica del Renacimiento, un período que abarca alrededor de dos mil
años. Notoria entre estas contingencias fue la destrucción -o su-
cesivas destrucciones- de la Biblioteca de Alejandría. Así que los
matemáticos renacentistas, convencidos de que habían perdido
un enorme acervo de conocimiento, buscaban rellenar los aguje-
ros que la historia había horadado en las obras de Euclides, Arquí-
medes, Diofanto, Ptolomeo o Apolonio. Su método era el griego:
rigurosas y bellas demostraciones geométricas.
Al mismo tiempo, sin embargo, otros matemáticos, a los que
se ha dado en llamar cosistas, se dedicaban a la resolución de
problemas más o menos prácticos, y eran empleados por comer-
ciantes, aunque con frecuencia también se ganaban el sustento
participando en justas en las que se planteaban problemas que
debían resolver. Dichos matemáticos eran algebristas primitivos,
y su enfoque era pragmático; no estaban tan interesados en el
rigor, la perfección y la belleza de la prueba como en la efectivi-
dad de sus recetas. De alguna forma, eran herederos de los egip-
cios y babilonios. La misma naturaleza del trabajo de los cosistas
hizo que por un lado restaran importancia a la idea de demostra-
ción y, por otro, cultivaran una tradición secretista muy distinta
de la que animaba a los griegos pospitagóricos, que publicaban de
manera transparente sus resultados, de forma semejante a como
se hace hoy en día.
Recapitulando, se ha hecho una rápida reseña de la historia
de las matemáticas para indagar en la naturaleza de la prueba
según diversas tradiciones matemáticas, desde Pitágoras hasta el
Renacimiento. Dichas tradiciones oscilan entre el secretismo y la
transparencia, entre el rigor y el pragmatismo. Y fue en ese caldo
EL TEOREMA QUE TARDÓ 350 AÑOS EN SERLO 27