Page 45 - 16 Fermat
P. 45

tándolos a demostrar algo de lo que él mismo no estaba seguro;
       pero el no haber hecho público el resultado trabaja en contra de
       tal hipótesis. Además,  como se ha dicho, la posibilidad de que
       realmente tuviera una demostración general del teorema es muy
       difícil.  O los matemáticos más brillantes de los últimos 350 años
       han sido ciegos o la matemática necesaria para demostrar el teo-
       rema simplemente no existía en los tiempos de Fern1at.  Lo  se-
       gundo es mucho más probable.
           Un problema sin resolver es como un muro. Los matemáticos
       que lo acometen tienen que fabricar armas para derribarlo. Y hay
       problemas que, sencillamente, no pueden ser derribados con cier-
       tas armas. De la misma forma que una catapulta romana resultaría
       absurdamente inútil contra un portaaviones moderno, determina-
       das herranuentas matemáticas son pobres ante ciertos problemas,
       y los matemáticos tienen que devanarse los sesos inventando nue-
       vas estrategias de ataque y nuevas armas. La historia moderna de
       las matemáticas, en buena medida, es la historia de la invención
       de esas am1as.
           Fern1at tenía armas que una generación o dos anteriores no
       hubieran soñado; pero no eran suficientes para resolver su pro-
      . blema. Por otro lado, era imposible que él lo supiera. Tal vez el
       jurista tolosano se vio deslumbrado por el brillo de las armas que
       su maestro Vieta y él mismo habían inventado, y no supo que no
       serían capaces de derrumbar determinados muros.  El lema de
       Vieta era nullum non problema solvere:  «no hay problema sin
       solución». Esta confianza era excesiva, pero nadie podía saberlo
       entonces.
           Los matemáticos acometen las demostraciones con tantas
       estrategias como tiene un general en batalla; o tal vez con más de
       ellas. En tiempos de Fermat el número de estrategias se multiplicó
       drásticamente con la invención del álgebra simbólica; una de las
       que usó el propio Fermat la inventó él mismo: el método del des-
       censo infinito, que parte de la reducción al absurdo. En su versión
       más sin1ple, dicho método consiste en asunur como hipótesis la
       negación de la conclusión del teorema que queremos probar ( el
       recurso de reducción al absurdo), y buscar una propiedad que es
       válida para un número dado, n. Acto seguido, se demuestra que si





                              LOS INTENTOS DE DEMOSTRACIÓN DEL ÚLTIMO TEOREMA   45
   40   41   42   43   44   45   46   47   48   49   50