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mente para dichos números. Por ello, los métodos para eliminar
                    soluciones no racionales eran fundamentales para Diofanto y se
                    usaban aún en el siglo XVII. Ahora bien, los números racionales, en
                    general, no son factorizables. Los griegos lo sabían, pero, aunque
                    conocían los primos, no habían creado una disciplina que estudiara
                    de forma exclusiva los números que sí son factorizables, los natu-
                    rales. Esa disciplina la fundó Fermat; él fue el primero en darse
                    cuenta de que los números naturales merecían ser estudiados por
                    sí mismos, y el primero en sentar los fundamentos de dicho estudio
                    en el análisis de las propiedades de los números primos.
                        Los números primos son los ladrillos con los que se constru-
                    yen todos los naturales. Ya se han visto varios resultados en los
                    que es fundamental que una cierta cantidad sea un número primo.
                    Hay muchos otros en ios que uno se concentra en los números
                    primos, ya que explorar las propiedades de estos ladrillos permite
                    hacer aseveraciones que no se podrían realizar sobre un natural
                    en general. Los primos tienen propiedades interesantes que los
                    números compuestos - no primos- no poseen; por ese motivo,
                    razonar con ellos y deducir propiedades de los números com-
                    puestos a partir de ellos es una estrategia común en teoría de
                    números.
                        Los trabajos de Fermat llamaron la atención de un matemá-
                    tico llamado Bernard Frénicle de Bessy (1605-1675), miembro del
                    círculo de Mersenne. Frénicle, aunque no tenía el genio matemá-
                    tico de Fermat, había desarrollado una intuición impresionante
                    sobre las propiedades de números muy grandes. Su relación fue,
                    como todas las de Fermat, epistolar, comenzando en 1640 y termi-
                    nando, con intermitencias, casi veinte años después. Y como mu-
                    chas de  las  de  Fermat,  fue  una relación  difícil.  Sin  embargo,
                    Frénicle fue tal vez la persona que mejor entendió las contribucio-
                    nes de Fermat a la teoría de números.
                        En efecto, viviendo en aislamiento en Toulouse, Fermat fra-
                    casó una y otra vez en sus intentos de despertar el interés de sus
                    colegas en el novedoso campo que estaba descubriendo. Parte de
                    la culpa se debe, seguramfnte, a dicho aislamiento monacal. Pero
                    otra buena parte es fruto de su forma de trabajar. Al no compartir
                    sus métodos, al tratar incluso a corresponsales como Frénicle con





         72         LA MODERNA TEORÍA DE NÚMEROS
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