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Este fenómeno tan relevante, nunca explicado por Newton,
se convirtió en la objeción permanente de los cartesianos a los
newtonianos. Según veremos en el capítulo 4, será el newtoniano
Laplace quien consiga explicarlo satisfactoriamente, por medio de
su hipótesis cosmogónica de la nebulosa.
Conforme avanzó el siglo, las ideas de Newton fueron convir-
tiéndose en hegemónicas. De un universo disputado se pasó a un
universo calculado y observado bajo las directrices de la mecá-
nica del científico inglés. No obstante, la defensa del cartesia-
nismo llegó a considerarse, concretamente en Francia, una
cuestión de Estado (no se olvide que Descartes era francés). Y fue
en este escenario geográfico donde se trataron los principales pro-
blemas de la mecánica celeste que enfrentaron a uno y otro bando,
y en los que Laplace realizó aportaciones decisivas durante el úl-
timo cuarto de siglo.
EL AMBICIOSO PROGRAMA CIENTÍFICO:
CELESTE Y TERRESTRE
Newton escribió los Principia en dieciocho meses de increíble
concentración. Allí estableció los principios básicos de la me-
cánica teórica o racional -como decía él, para distinguirla de
la de los artesanos-, es decir, de la ciencia del movimiento. Y
a partir de la segunda ley del movimiento ( «la fuerza es igual a
masa por aceleración»), junto a la primera ley de Kepler ( «la
órbita de un planeta es una elipse, en uno de cuyos focos está
el Sol»), dedujo la ley de gravitación universal, que recordemos
que quedó enunciada así: «La fuerza con que se atraen dos cuer-
pos es proporcional al producto de sus masas e inversamente
proporcional al cuadrado de la distancia que los separa». La
fuerza gravitatoria aumentaba con la masa, pero decrecía con
la distancia. Esta ley explicaba tanto el movimiento de los pla-
netas como la atracción gravitatoria de los cuerpos sobre la Tie-
rra. Los Principia conmovieron el mundo de las matemáticas y
de la filosofía natural.
38 LA ESTABILIDAD DEL SISTEMA DEL MUNDO