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más decidir qué institución se haría cargo,  dónde se ubicaría y
                    quién sería el director, persona clave ya en el proceso de construc-
                    ción. Tras algunas conversaciones con los millonarios filantrópi-
                    cos mecenas, finalmente la Fundación Rockefeller se haría cargo,
                    la sociedad científica responsable sería la Institución Camegie de
                    Washington, corno el observatorio de Mount Wilson.
                        La elección del mejor sitio para el mayor telescopio era una
                    operación de la máxima importancia. Tras una búsqueda cuida-
                    dosa y rigurosa que duró cinco años, la elección recayó en el monte
                    Palomar. Su cima estaba a 1859 rn, y se encontraba relativamente
                    cerca de Pasadena, pero bien alejado de ciudades que aportaran
                    contaminación lumínica. El observatorio sería, en principio, inde-
                    pendiente del de Mount Wilson y se llamaría «Monte Palomar».


         «Equipado con sus cinco sentidos, el hombre explora el universo
         a su alrededor y a esto lo llama la aventura de la ciencia.»

         -  PALABRAS  DE  HunBLE  CITADAS  EN  THE NATURE OF SCIENCE,  AND ÜTHER LECTURES (1954).

                        La elección del director era tarnbié~ decisiva. En principio, los
                    dedos señalaban en la dirección de Hubble, el más prestigioso de
                    los astrónomos de Mount Wilson, y era él quien sabría qué hacer
                    en el futuro  con tanta luz  corno recogería aquella monstruosa
                    máquina. Pero en la Institución Camegie empezaron a deslizarse
                    rumores sobre su carácter aristocrático y sobre las disputas con
                    Van Maanen, Lundmark, Shapley y tantos otros. Ante la sorpresa
                    de Humason y Mayal se encomendó la dirección a un físico de la
                    Camegie,  Max Mason, un apellido bien apropiado para un cons-
                    tructor de catedrales.
                        Las innovaciones técnicas, los desafíos tecnológicos, los nue-
                    vos materiales, la montura gigantesca, incluso el transporte del
                    descomunal y delicado espejo  constituyeron retos insospecha-
                    dos que fueron salvándose gracias al ímpetu de Hale y al genio de
                    Pease. Paradójicamente, la empresa pudo llevarse a cabo por estar
                    sumido Estados Unidos en una gran depresión económica, que
                    había dejado en paro a técnicos muy cualificados que trabajaron
                    por salarios menores a los que estaban acostun1brados y merecían.





         148        LA HOMOGENEIDAD DEL UNIVERSO
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