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poración a Mount Wilson, las relaciones con Baade sufrieran un
caliente deterioro. Más que iluminado, se sintió apenumbrado, y
contagió su desazón a Humason.
LA DIRECCIÓN DE MOUNT WILSON
En 1944, Walter Adams pidió lajubilación. Se necesitaba un nuevo
director y la elección más directa recaía nuevamente en el más
prestigioso de los astrónomos de Mount Wilson: Edwin Hubble.
Pero pronto volvieron a surgir dudas sobre su capacidad para
compatibilizar un trabajo administrativo con uno científico.
El mismo Adams fue uno de los detractores más convencidos.
Para él, Hubble estaba siempre en Inglaterra; cuando no, estaba
pescando en Río Grande, en Colorado; cuando no, estaba dedi-
cándose a las pompas de la alta sociedad. El trabajo puramente
científico, tan intenso y fértil en el pasado, había pasado a un se-
gundo plano. No terúa conocimientos de astrofísica, disciplina que
comenzaba a tener el auge que le correspondía por ser la física la
que podía interpretar las observaciones puramente astronómicas.
Hubble poseía un «individualismo extremo» y «elevaba su anglofi-
lia al nivel de fe» y así, otros comentarios igualmente despectivos.
Al oírlos hay que tener en cuenta que las relaciones personales
entre Adams y Hubble nunca fueron buenas y empeoraban con
el paso del tiempo. Hubble se iba cuando quería y, cuando se pu-
blicaba alguna de sus conferencias, no mencionaba para nada su
filiación como astrónomo de Mount Wilson, observatorio que de-
pendía de la Institución Carnegie.
Era esta institución la que debía resolver y decidir la elec-
ción del nuevo director. Su presidente compartía las opiniones de
Adams. Hubble era un buen científico, pero no le habían llegado
buenas referencias sobre su actuación en el laboratorio militar
de balística, pensaba que no terúa habilidad como gestor, que su
arrogancia y su egocentrismo harían que su elección fuera un de-
sastre. «Nunca prestó atención a los aspectos sutiles de las rela-
ciones humanas», dijo el presidente.
154 LA HOMOGENEIDAD DEL UNIVERSO