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nes de física Es cierto que hay algunas interpretaciones alternati-
      vas, pero hasta ahora no han podido ofrecer una versión coherente,
      sencilla y compatible con las observaciones experimentales. Tal
      vez tenga razón el británico-estadounidense A. J.  Legget cuando
      sugiere el nombre de no interpretación de  Copenhague, pues lo
      que viene a decir, básicamente, es que cualquier intento de inter-
      pretar la mecánica cuántica en términos.intuitivos está condenada
      al fracaso.  Los términos intuitivos están basados en la física clá-
      sica, que incluye conceptos como la continuidad de los fenómenos
      en el espacio y en el tiempo, la distinción entre onda y partícula, la
      causalidad y el determinismo, o la idea de que los objetos poseen
      propiedades independientes de la forma de  medirlos.  La física
      cuántica cambia esas ideas: hay magnitudes que varían de manera
      discontinua; un objeto cuántico parece ser onda y partícula a la
      vez;  en vez de determinismo aparecen las probabilidades cuán-
      ticas;  ciertos pares de magnitudes no pueden determinarse con
      precisión arbitraria; las medidas experimentales no pueden inter-
      pretarse como información sobre las propiedades independientes
      de los objetos; etcétera.
          La interpretación de Copenhague se basa fundamentalmente
      en tres puntos: el principio de complementariedad, la interpreta-
      ción probabilística de la función de ondas y las desigualdades de
      Heisenberg. Ya hemos hecho alguna referencia sobre los dos últi-
      mos, así que ahora nos ocuparemos del primero. Bohr venía a
      decir que la teoría clásica se verifica al contrastarla con observa-
      ciones y medidas que se efectúan mediante instrumentos como
      balanzas, termómetros, voltímetros, etc. Esta teoría encontró un
      límite de validez cuando se exploró la materia a escala atómica, y
      para describir los fenómenos a esa escala se hizo necesaria la me-
      cánica cuántica. Bohr subrayó que si bien la mecánica cuántica ha
      cambiado la física clásica, su validez sigue siendo contrastada con
      los mismos instrumentos. Es decir, aunque los fenómenos cuánti-
      cos sean nuevos, las lecturas de los detectores se continúan ha-
      ciendo  en términos  clásicos.  Es importante  resaltar  esto:  los
      instrumentos de medida deben seguir siendo descritos mediante
      las leyes de la física clásica porque, según Bohr, solamente esta
      proporciona «un lenguaje desprovisto de ambigüedad». Tan solo





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