Page 144 - 03 Heisenberg
P. 144

creían que con un reactor en marcha podrían negociar mejor su
                     futuro en la posguerra. Naturalmente, no sabían que, a finales de
                     1942, Fermi ya había conseguido en Chicago la primera reacción
                     en cadena controlada.




                     LA VISITA A  COPENHAGUE


                     Alemania había creado en los países ocupados una red de Institu-
                     tos Alemanes de Cultura, como un instrumento de propaganda del
                     régimen. Dependían del padre de Weizsacker, que fue secretario
                     de Estado de Asuntos Exteriores entre 1938 y 1943. A principios
                     del verano de 1941, Weizsacker hijo visitó Copenhague para pre-
                     parar una serie de conferencias en el Instituto Alemán. Bohr no
                     quiso participar en esta maniobra de propaganda, y sintió como
                     una afrenta que W eizsacker irrumpiera en su despacho, acompa-
                     ñado por el director del Instituto de Cultura alemán, para pedirle
                     su colaboración.
                         El 15 de septiembre de 1941, cuando el poder nazi en Europa
                     estaba en pleno apogeo, Heisenberg llegó a Copenhague para par-
                     ticipar en esas conferencias. No se daba cuenta de que, a pesar
                     de las buenas intenciones que pudiera albergar, él representaba
                     a la potencia ocupante para los daneses, incluso para sus amigos;
                     los físicos daneses no acudieron a las conferencias. Margrethe, la
                     esposa de Bohr, siempre vio en aquella visita un acto hostil y no
                     hay duda de que también era la opinión de Bohr, a pesar de la
                     amistad y  el  afecto  que  sintiera por Heisenberg.  Durante los
                     pocos días que permaneció en Copenhague, Heisenberg habló
                     con Bohr varias veces en público y una sola en privado. Como
                     temían la vigilancia de la Gestapo, la conversación privada con
                     Bohr tuvo lugar durante un paseo por un parque cercano al insti-
                     tuto, tal como hacían en los años anteriores. Por tanto, no hay
                     ningún  testigo  de  su conversación y  aunque  las versiones  de
                     ambos participantes han variado con el tiempo, siempre han sido
                     divergentes. De lo que no hay duda, por el testimonio de sus fa-
                     miliares y colaboradores, es de que Bohr volvió encolerizado con-





         144         LA FISIÓN NUCLEAR Y LA GUERRA
   139   140   141   142   143   144   145   146   147   148   149