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creían que con un reactor en marcha podrían negociar mejor su
futuro en la posguerra. Naturalmente, no sabían que, a finales de
1942, Fermi ya había conseguido en Chicago la primera reacción
en cadena controlada.
LA VISITA A COPENHAGUE
Alemania había creado en los países ocupados una red de Institu-
tos Alemanes de Cultura, como un instrumento de propaganda del
régimen. Dependían del padre de Weizsacker, que fue secretario
de Estado de Asuntos Exteriores entre 1938 y 1943. A principios
del verano de 1941, Weizsacker hijo visitó Copenhague para pre-
parar una serie de conferencias en el Instituto Alemán. Bohr no
quiso participar en esta maniobra de propaganda, y sintió como
una afrenta que W eizsacker irrumpiera en su despacho, acompa-
ñado por el director del Instituto de Cultura alemán, para pedirle
su colaboración.
El 15 de septiembre de 1941, cuando el poder nazi en Europa
estaba en pleno apogeo, Heisenberg llegó a Copenhague para par-
ticipar en esas conferencias. No se daba cuenta de que, a pesar
de las buenas intenciones que pudiera albergar, él representaba
a la potencia ocupante para los daneses, incluso para sus amigos;
los físicos daneses no acudieron a las conferencias. Margrethe, la
esposa de Bohr, siempre vio en aquella visita un acto hostil y no
hay duda de que también era la opinión de Bohr, a pesar de la
amistad y el afecto que sintiera por Heisenberg. Durante los
pocos días que permaneció en Copenhague, Heisenberg habló
con Bohr varias veces en público y una sola en privado. Como
temían la vigilancia de la Gestapo, la conversación privada con
Bohr tuvo lugar durante un paseo por un parque cercano al insti-
tuto, tal como hacían en los años anteriores. Por tanto, no hay
ningún testigo de su conversación y aunque las versiones de
ambos participantes han variado con el tiempo, siempre han sido
divergentes. De lo que no hay duda, por el testimonio de sus fa-
miliares y colaboradores, es de que Bohr volvió encolerizado con-
144 LA FISIÓN NUCLEAR Y LA GUERRA