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tra Heisenberg, nunca le perdonó esta visita y, aunque después de
                     la guerra siguieron manteniendo relaciones de amistad, estas ya
                     no fueron como antes.


          «En septiembre de 1941 vimos abrirse ante nosotros un
          camino que llevaba a la bomba atómica.»
          -  ÜEISENBERG,  EN  UNA  ENTREVISTA  CON D.  IRVING,  1965.


                         Bohr y Heisenberg hablaron algunas veces sobre esa visita en
                     los primeros años de la posguerra, pero no trascendió nada de ello.
                     La polémica se hizo pública cuando en 1956 apareció un libro de
                     R. Jungk acerca de la bomba atómica, en el que los físicos alemanes
                     aparecían casi como resistentes al nazismo, en una versión que al
                     parecer estuvo muy influida por Weizsacker.  En su libro, Jungk
                     viene a decir que Heisenberg estaba haciendo todo lo posible para
                     que Hitler no tuviera la bomba y pretendía transmitir el mensaje a
                     los aliados a través de Bohr, pero este le malinterpretó. Heisenberg
                     escribió a Jungk una carta para matizar lo referente a su conversa-
                     ción con Bohr que sugiere que,  efectivamente, todo acabó en un
                     malentendido por parte de Bohr debido a los sobreentendidos con
                     que se expresó en aquella conversación por temor a ser escucha-
                     dos. Heisenberg preguntó a Bohr si creía que en tiempos de guerra
                     era correcto que los físicos se dedicaran al uranio. A su vez, Bohr le
                     preguntó si era posible utilizar la energía atómica durante la guerra.
                     Heisenberg respondió que sí,  y que él sabía cómo hacerlo. Bohr
                     entendió que el programa nuclear alemán estaba muy avanzado.
                     En ese punto, Heisenberg sugirió que los físicos de ambos bandos
                     podrían ponerse de acuerdo para no construir bombas nucleares.
                     Y,  como explica a Jungk, dado que la situación de la física en Ale-
                     mania se había degradado desde 1933, mientras que se había desa-
                     rrollado  enom1emente  en Estados Unidos,  su propuesta podía
                     considerarse como un intento de favorecer a Hitler. En sus propias
                     palabras: «No sé, por supuesto, cuánto pudo influir esto en Bohr».
                         Estos son los puntos más relevantes de la carta de Heisen-
                     berg, y conviene hacer dos comentarios. En primer lugar, es sor-
                     prendente que tuviera que viajar a Copenhague para debatir con





          146        LA FISIÓN  NUCLEAR Y LA GUERRA
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