Page 54 - 03 Heisenberg
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lo que interesa ahora es la explicación que dio Sommerfeld con su
                      generalización del modelo de Bohr. Un electrón en una órbita ce-
                      rrada equivale a una corriente eléctrica en una espira, que a su vez
                      origina un campo magnético ( se comporta como una pequeña brú-
                      jula). Este campo magnético interacciona con el campo magné-
                      tico  externo,  y  la energía  de  interacción depende  del  ángulo
                      formado por ambos. Sommerfeld supuso que este ángulo también
                      está sujeto a las reglas cuánticas, y solo puede tomar valores dis-
                      cretos,  caracterizados  por un número  cuántico,  al  que  llamó
                      número magnético y representó con la letra m. Así que, en presen-
                      cia de un campo magnético, las energías de los estados estaciona-
                      rios dependen de tres números cuánticos: n, l, m. Después, intentó
                      deducir las frecuencias de transición a partir de las diferencias de
                      energías y compararlas con las líneas espectrales observadas.
                          El método funcionaba bien, pero dejó de hacerlo cuando se
                      observaron otros desdoblamientos que  no  solo  dependían del
                      campo magnético, sino también de la línea espectral inicial. Por
                      eso se habló de «efecto Zeeman anómalo», para distinguirlo del
                      efecto normal que se acaba de describir. El problema que Som-
                      merfeld planteó a Heisenberg era precisamente el efecto Zeeman
                      anómalo. Para el efecto normal, le bastaba con caracterizar cada
                      estado estacionario por tres números cuánticos (n, l, m), basados
                      en consideraciones geométricas de las órbitas. Sommerfeld había
                      empezado a considerar la existencia de un cuarto número cuán-
                      tico,  al que llamó interno, y pretendía expresar los términos es-
                      pectrales en términos de un cociente de  números enteros,  de
                      manera que su diferencia reprodujera las observaciones. Después
                      de algunos intentos sin éxito, le endosó el problema a Heisenberg,
                      quien, a las pocas semanas de empezar sus estudios, afrontó la
                      investigación de un problema real y nada sencillo, muy lejos de los
                      ejercicios académicos usuales.  Era un problema de actualidad,
                      para lo que tenía que estudiar lo que se iba sabiendo de la inci-
                      piente teoría cuántica. Al  mismo tiempo, tenía que adquirir los
                      conocimientos básicos de física, necesarios para abordar la inves-
                      tigación propuesta.
                          En el mes de diciembre, Heisenberg logró un esquema que
                      reproducía los datos experimentales. El entusiasmo inicial de





          54          LA CRISIS DE LOS MODELOS ATÓMICOS
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