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nario se inició un largo debate sobre si los números cuánticos
semienteros eran o no aceptables. El sarcástico Pauli se burlaba
y decía que después de medios números enteros usaría cuartos, y
luego octavos, etc. Un par de meses después, Sommerfeld reci-
bió una carta de su antiguo ayudante Alfred Landé comunicán-
dole que podía explicar el efecto Zeeman anómalo utilizando
números cuánticos semienteros. Sommerfeld le respondió que,
en su opinión, todo aquello no estaba aún maduro para ser publi-
cado, y añadió: «Su nueva representación está en buen acuerdo
con lo que ha encontrado uno de mis estudiantes ( del primer
semestre), pero no ha sido publicado». Tanto Heisenberg como
Landé habían jugado hábilmente con números. No sabían qué
podían significar esos números cuánticos semienteros, ni tenían
un modelo que los justificara, pero era algo que funcionaba y
permitía encontrar cierto orden en las líneas observadas. Los
números cuánticos semienteros hicieron su aparición para que-
darse: están relacionados con una propiedad del electrón a la
que se llamó espín, pero durante algún tiempo fueron un nuevo
quebradero de cabeza.
Heisenberg acabó imaginando un modelo que ahora solo
tiene interés histórico. Daremos, no obstante, una breve idea del
mismo, como muestra de la intuición de Heisenberg. Los electro-
nes de valencia en un átomo son aquellos que están menos liga-
dos; por ejemplo, en los átomos alcalinos hay un solo electrón de
val~ncia, en los alcalinotérreos hay dos, etc. Estos electrones
están orbitando en tomo al resto del átomo ( el núcleo atómico y
los demás electrones), a lo que Heisenberg dio el nombre de
atomrumpf, que significa algo así como «tronco del átomo». Un
electrón en una órbita posee un momento angular cuyos valores,
según el modelo de Bohr, son múltiplos enteros de la constante de
Planck. Heisenberg consideró la energía de .interacción entre la
espira magnética del electrón de valencia, el momento magnético
del «tronco» y el campo magnético externo, y vio que podía obte-
ner las energías de los estados estacionarios si el electrón de va-
lencia compartía con su «tronco» su momento angular, y así podía
explicar el efecto Zeeman anómalo. Por tanto, el número cuántico
semientero resultaba de repartir a partes iguales un momento an-
56 LA CRISIS DE LOS MODELOS ATÓMICOS