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segundo número cuántico, y pemlitió explicar efectos nuevos que
                      antes no se sospechaban, lo que generó mayor confianza en este
                      tipo de procedimiento.
                          Se empezaba a entender la complejidad de los espectros, pero
                      a base de prescripciones arbitrarias. Se imponían restricciones a
                      las leyes clásicas, sin ningún criterio general que lo justificara; no
                      se entendía por qué un electrón no radiaba en una órbita estacio-
                      naria; se renunció a explicar qué sucedía en una transición o salto
                      cuántico. Y había muchas preguntas sin resolver.  Por ejemplo,
                      ¿qué sucedía en un átomo con más electrones? Estos podrían si-
                      tuarse, todos o parte de ellos, en una órbita circular, o en órbitas
                      concéntricas, o tal vez en órbitas que se cruzaban. No obstante, la
                     intuición de Bohr permitió dar una primera idea del sistema perió-
                      dico de los elementos. Todo este conjunto de prescripciones más
                      o menos razonables, de mayor o menor efectividad, se llamó «vie-
                     ja teoría cuántica» a partir del momento en que surgió la «nueva».
                     De momento, veamos algunos problemas más que se le plantea-
                     ban a la vieja teoría.
                         La construcción de nuevas redes de difracción condujo a me-
                     didas espectrales cada vez más precisas. Se puede asemejar a
                     cuando alguien va al oculista: en el tablero luminoso cree ver una
                     línea de cuadrados cerrados, pero con las lentes correctoras des-
                     cubre. que  los  cuadrados tienen  algún lado  abierto.  De  igual
                     modo, al aumentar la precisión de las observaciones los espec-
                     tros atómicos mostraron una estructura más complicada. Al filo
                     de la década de 1920 se vio que algunas líneas de los espectros de
                     los átomos alcalinos, como el sodio o el potasio, en realidad eran
                     dobles; en el caso de los átomos alcalinotérreos, como el magne-
                     sio o el calcio, eran incluso triples. Los trabajos del español Mi-
                     guel  Catalán  sobre  los  espectros  del  magnesio  y  del  cromo
                     mostraron la existencia de multipletes con cuatro, seis y hasta
                     ocho líneas. Además, se sabía que al analizar los espectros de los
                     elementos en presencia de un campo electrostático o bien mag-
                     nético, también se desdoblaban las líneas. Así que,  en realidad,
                     Bohr solo había elaborado una primera aproximación al espectro
                     del hldrógeno. Pero no hay duda de que fue el primer paso deci-
                     sivo en la buena dirección.





          52         LA CRISIS  DE LOS  MODELOS ATÓMICOS
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