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De todo ello dedujo que los colores no eran cualidades de la
luz blanca producidas por diferencias en la refracción sobre dife-
rentes objetos, sino propiedades originales e innatas del corres-
pondiente rayo de luz, caracterizado por un grado propio, carac-
terístico e inmutable de refrangibilidad. Pero, dado que son los
cuerpos materiales, y no las vibraciones, los que tienen propieda-
des inmutables, las conclusiones newtonianas arrojaban sobre la
naturaleza de la luz un innegable aroma a teoría corpuscular.
A principios de 1672 Newton publicó en las Philosophical
Transactions su nueva teoría sobre la luz y los colores --el primer
trabajo científico que dio a conocer públicamente-. La publica-
ción levantó una enorme expectación, no solo en Inglaterra, sino
también en el resto de Europa. Y, de inmediato, se produjeron las
inevitables críticas y desavenencias con lo que Newton en su tra-
bajo decía probar. Y esto a pesar de que trató de disimular supo-
sición a favor de la naturaleza corpuscular de la luz, que no hlzo
explícita hasta la publicación de la Óptica en 1704. Así, la Cuestión
28 de esta última comienza: «¿Acaso no son erróneas todas las
hipótesis en las que se supone que la luz consiste en una presión
o movimiento propagado a través de un medio fluido?», mientras
que la 29 pregunta retóricamente: «¿Acaso los rayos de luz no son
cuerpos pequeñísimos emitidos por las sustancias luminosas?».
Y no eran cualesquiera quienes discreparon o se opusieron a
las teorías newtonianas sobre la luz y los colores: nada menos que
Robert Hooke, que se consideraba la principal autoridad en óptica,
o Christiaan Huygens, el líder de la ciencia europea. Westfall ex-
plicó así las consecuencias de la primera publicación newtoniana
y la posterior crisis: «Había permanecido encerrado, durante ocho
años, en una titánica lucha con la verdad. [ ... ] Ocho años de comi-
das sin probar y noches sin dormir [ ... ] terminaron por pasar su
factura. ( ... ] En 1672, Newton había vivido con su teoría durante
seis años, y ahora la consideraba obvia. Sin embargo, para todos
los demás, parecía rechazar el sentido común y resultaba difícil de
aceptar. Newton no estaba preparado para otra cosa que no fuese
la inmediata aceptación de su teoría». Lo que no hace sino ilus-
trar la vivencia newtoniana de la investigación como una cuestión
religiosa, un acto de comunión con Dios, donde el fallo de un ex-
128 DESCIFRANDO LA LUZ Y LOS COLORES