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elementales?», en el que afinnaban que los mesones n podían ser
       el resultado de la asociación de un nucleón y un antinucleón. Yang
       y Fenni fundan1entaron sólidamente su modelo, explicaron bien la
       interacción fuerte mediante los mesones n, y su constructo teórico
       fue completado por Soichi Sakata en 1956. Yang y Femti se avanza-
       ron así al modelo de quarks actual, en el que los mesones se consi-
       deran el resultado de la asociación de un quark y un antiquark. La
       intuición de Femú le condujo a acertar cuál era la naturaleza de los
       mesones, compuestos por una partícula y una antipartícula, pero
       el desconocinúento de la existencia de los quarks hizo pasar a un
       segundo plano, en la década de 1960, esta importante contribución.




       LA PARADOJA DE  FERMI: ¿HAY ALGUIEN AHÍ?

       Observar el cielo había pasado a ser tarea de muchas ran1as de
       la física,  no solo la astronomía, y también de buena parte de la
       población. Las novelas de ciencia ficción y la emergente cinema-
       tografía asociada, en muchas ocasiones de serie B por su baja
       calidad, fomentaron en la sociedad norteamericana la creencia
       en los seres extraterrestres, en alienígenas procedentes de otros
       mundos, singularmente de Marte.
           Al fin y al cabo, los físicos estaban descubriendo que llegaban
       a nuestro planeta muchos rayos cósmicos con partículas descono-
       cidas hasta la fecha y muchas ondas electromagnéticas que quizá
       podían ocultar mensajes de alguna lejana - y avanzada- civiliza-
       ción alienígena Y algunas simples estimaciones de Fenni, basadas
       en las probabilidades del desarrollo de la vida inteligente en alguno
       de los planetas de la miríada de estrellas del universo, daban altas
       posibilidades de recibir señales de extraterrestres, e incluso visitas.
       Así se fue gestando el concepto de la paradoja de Femú, que es la
       contradicción entre las estimaciones que afim1an que hay una alta
       probabilidad de existencia de civilizaciones inteligentes en el uni-
       verso, y la ausencia de evidencias empíricas de dichas civilizaciones.
           La paradoja de Fenni surgió en una conversación informal
       durante una comida en Los Álamos,  en el verano de  1950, entre






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