Page 21 - 15 Arquimedes
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la sorpresa de Hierón que «encargó a Arquímedes que le constru-
         yese toda especie de máquinas de sitio, bien fuera para defenderse
         o bien para atacar», como afirma el historiador griego Plutarco
         ( ca. 50-ca. 120) en su Vida de Marcelo.

               «Marcelo, lleno de admiración por ese genio extraordinario,
                   dio orden de conseivarle la vida, siendo para él de tanta
                                gloria la conseivación de Arquímedes como
                                                         la toma de Siracusa.»

                                                            -  PUBLIO V ALERIO  MÁXIMO.
             Es interesante detenemos brevemente en el relato del men-
         cionado asedio a Siracusa, por el papel que tuvo Arquímedes. A
         pesar de que ambos bandos estaban muy debilitados tras anterio-
         res enfrentamientos, Roma decidió declarar la guerra a Cartago a
         partir de la destrucción que había sufrido Sagunto por parte de los
         cartagineses. Se sucedieron entonces un conjunto de batallas que
         constituirían la Segunda Guerra Púnica, contienda que comenzó
         en 218 a.c. y duraría hasta 201 a.c. El general cartaginés Arubal
         Barca (24 7-183 a. C.) había comenzado a progresar de forma preo-
         cupante por Italia cuando el cónsul romano Marco Claudia Mar-
         celo  (268-208  a.C.)  fue  enviado a Sicilia con una armada, para
         tomarla al precio que fuese. Allí se encontraba la ciudad estado de
         Siracusa, que por entonces era una polis griega.
             Marcelo, como nos cuenta Plutarco, «era realmente guerrero
         en el ejercicio y los conocimientos» y «para él no hubo desafío que
         no aceptase». Sin embargo, se vio obligado a sitiar Siracusa du-
         rante meses, pues tomarla a viva fuerza le resultó imposible. Mar-
         celo  y  sus  soldados  no  contaban  con  la  mente  del  mayor
         matemático griego de la época y uno de los más grandes sabios de
         la Antigüedad: Arquímedes. Así que el comandante romano estuvo
         cinco días dedicado a preparar el asedio a Siracusa, reuniendo y
         disponiendo todo tipo de armas y artilugios. La ciudad estaba ele-
         vada,  rodeada de muros en redondo, a modo de contorno, y de
         barbacanas, es decir,  era una verdadera fortificación de difícil
         acceso. Mientras él mismo realizaba un ataque desde el mar, su






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