Page 22 - 15 Arquimedes
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adjunto Apio dirigía el ataque en tierra por Levante.  La flota de
                    Marcelo contaba con sesenta quinquerremes (barcos de guerra do-
                    tados con cinco niveles de remos) repletos de soldados armados
                    de arcos, flechas y hondas para amilanar la defensa siracusana
                    desde las almenas. Ocho de los quinquerremes estaban unidos de
                    dos en dos, eliminando las filas de remos por donde se fusionaban,
                    para desplegar las sambucas, así llamadas porque recordaban al
                    homónimo instrumento musical; se trataba de unas máquinas de
                    asedio recientemente diseñadas por Heráclides de Tarento (no
                    confundir con el biógrafo de Arquímedes) y que resultaron ser un
                    estrepitoso fracaso. En lo alto de la escalera se situaban tablas por
                    tres lados con cuatro hombres para desalojar las almenas.


        «Había más imaginación en la cabeza de Arquímedes
        que en la de Homero.»
        -VOLTAIB.E.

                        Como se ha indicado,  Marcelo  estaba acostumbrado a  las
                    armas y era hombre de conocimiento en el terreno de combate; sin
                    embargo, Arquímedes había prevenido la ofensiva con todo tipo de
                    ingenios que frustrarían cualquier intento de acometida. Tenía pre-
                    paradas máquinas, tanto defensivas como ofensivas, algunas de las
                    cuales lanzaban dardos a todas las distancias; dispuso ballestas y
                    catapultas más elásticas que las del enemigo, máquinas que arro-
                   jaban proyectiles pesados a distancias inimaginables para los ro-
                    manos,  con gran violencia y velocidad.  Los  muros servían  de
                    escondite a toda esta maquinaria, extraña para las sorprendidas
                   huestes de Marcelo y Apio. Las sambucas de los quinquerremes de
                   Marcelo eran como papel para los grandes peñascos y pedazos de
                   plomo disparados mediante los novedosos artefactos diseñados a
                   tal efecto. Los navíos eran levantados y soltados desde las alturas,
                   hundidos o estrellados contra las volanderas, atrapados «dejando
                   caer una mano de hierro atada a una cadena». Los soldados se
                   encontraban realmente horrorizados,  puesto que  nunca habían
                   visto instrumentos similares a los que Arquímedes había diseñado,
                   los cuales aparecían desde lo alto sin previo aviso y rompían filas






        22         UN SABIO EN LA ANTIGÜEDAD
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